¿Alguna vez has sentido que todo está perdido?
Una de
las historias de la Biblia que más toca el corazón es la del Rey David, cuando
volvió con su ejército de pelear contra los filisteos. Al llegar a Siclag, la
ciudad en la que se habían quedado sus mujeres, hijos y pertenencias, vieron
que algo no iba bien. ¿Puedes imaginar el horror que David y su ejército
debieron sentir al ver el humo que subía de la ciudad?
Al
llegar, comprobaron que sus pertenencias habían sido saqueadas, pero lo más
importante: sus mujeres e hijos habían sido secuestrados, llevados cautivos.
Dice que todos lloraron hasta no poder más, y algunos hablaban ya de apedrear a
David, por haber permitido esa situación. Él mismo había perdido todo también.
Ese
podría haber sido el trágico final de la historia, pero hubo un elemento que lo
cambió todo. Dice la Biblia que “David
se fortaleció en Jehová su Dios” (1 Samuel 30:6). En
medio de la desesperación, él se levantó, consultó con Dios qué es lo que tenía
que hacer, y organizó a su ejército. Así es como todo el pueblo se puso en
marcha, y tras días de incertidumbre, consiguieron encontrar el ejército
enemigo, liberar a sus familias y recuperar sus pertenencias. ¡Una decisión
correcta cambió la situación por completo!
Este
no es el final de la historia. Quizá estás pasando por una situación imposible, o has
experimentado la pérdida de un ser querido, y no sabes qué va a ser de ti. Pero
hoy es el día para tomar una decisión: la de encontrar en Dios nuevas fuerzas,
para levantarte y cambiar tu destino. Hay un final feliz, muy feliz, esperándote.
“Señor,
Tú eres mi fuerza. Cuando me vengan las situaciones complicadas, aun las más
desesperantes, ayúdame a levantarme con nuevas fuerzas en Tu Nombre y a hacer
todo lo que me digas. ¡Creo que en Ti tengo la victoria! Gracias por todo, y
por estar conmigo siempre. En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”