Una de las claves más importantes para crecer espiritualmente se encuentra en la obediencia a Dios. Fíjate cómo lo expresa Jesús: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14). ¿Por qué crees que es tan importante para Dios nuestra obediencia? Piensa en esto: cuando le entregas algo a Dios, no lo pierdes, sino que Él te lo devuelve de una forma gloriosa. Le das tu vida hecha pedazos y Él te da una vida plena; le das tu corazón herido y te lo devuelve lleno de gozo y paz.
Cuando decides obedecer
a Dios, estás tomando la decisión más inteligente que puedes tomar, la que más
bendición va a traer a tu vida. Pero más allá de eso, cuando decides obedecer a
Dios por encima de lo que a ti te gustaría hacer, estás agradándole en lo más
profundo. No hay nada que le llene de tanto gozo como ver el corazón de uno de
sus hijos que esté dispuesto a hacer cualquier cosa que le diga por amor a
Él.
Dios se manifiesta de
manera especial a aquellos que tienen esta actitud de obediencia, y crea una
relación profunda con ellos. La pregunta ahora es: ¿eres tú una de esas
personas?
La obediencia es la
puerta de entrada a una vida de amistad profunda con Dios. No hay nada más
grande que podamos desear en este mundo que Su amistad.
“Señor, quiero
obedecerte en cada cosa que me digas, en todo aquello que me muestres. Tus
deseos son órdenes para mí. Te amo, y quiero agradarte en todo. Ayúdame a
discernir Tu voz, y a estar siempre listo para hacer cualquier cosa que me
digas, aunque me cueste. En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”