jueves, junio 26, 2008

Cultiva el amor

2 Juan 1:6
“En esto consiste el amor: en que pongamos en práctica sus mandamientos. Y éste es el mandamiento: que vivan en este amor, tal como ustedes lo han escuchado desde el principio”.

Dicho en pocas palabras: Dios dice que el amor es guardar Sus mandamientos. Eso convierte al amor en algo concreto. Pero Dios no se ha limitado a darnos la definición del amor, también nos ha explicado cómo podemos amar de la manera que Él ama. Cuando Dios nos dio Su Palabra, en Ella nos dio también el manual del amor por escrito. Lo único que tenemos que hacer, para andar en amor, es seguir Sus instrucciones. Si Jesucristo es el Señor de tu vida, ya has dado el primer paso de obediencia. El amor de Dios ha nacido dentro de ti. Pero, a menos que des pasos para cultivarlo, ese amor permanecerá latente en tu interior. El amor obra de la misma manera que la fuerza de la fe. Al igual que la fe, el amor se activa mediante el conocimiento de la Palabra. Para estar consciente del amor, decreta la Palabra de Dios y ponla en práctica. Dice el apóstol Juan que vivamos en amor. Imagínate a ti mismo viviendo la vida del amor, andando según los mandamientos de Jesús y siendo guiados por estos. Cultiva el amor que Dios ha puesto en ti.

“Padre celestial, gracias porque Tú depositaste tu amor en mí, ahora te pido que me enseñes cada día a expresar ese amor hacia los demás. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Padres

Proverbios 23:22
“Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana”.

Nuestros padres fueron escogidos por Dios para que llegáramos a este mundo. En algunos casos, no fueron buenos con nosotros, por ignorancia o porque ellos tampoco conocieron de sus padres el amor y el respeto que se merecían. Muchas pueden ser las causas por las cuales no se comportaron como nosotros esperábamos, ¿Pero sabes qué? Aún así, ellos merecen nuestro respeto y honra. Si tú conoces a Jesucristo sabrás que tus pecados te fueron perdonados, y también debes tener en claro que antes de conocerlo tú tampoco habías sido bueno con Dios. ¿Te das cuenta? Ahora, perdona a tus padres si lo tienes que hacer y libéralos de la prisión del resentimiento de tu corazón. Tú y ellos lo necesitan. Comienza hoy a disfrutar de tus padres lo que antes no pudiste. Depende de ti. Perdona para que seas perdonado como lo declara la Palabra de Dios, y escúchalos y no los menosprecies. Ellos son tus padres y también necesitan de tu amor para poder vivir. Hazlo hoy y llámalos, ellos te estarán esperando como lo hace siempre tu Padre celestial. Ten en cuenta que este es uno de los diez mandamientos que encierra en ella una palabra profética para el que lo haga. “Honra a tu padre y a tu madre, tal como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que vivas una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios” (Deuteronomio 5:16).

“Padre celestial, Es mi decisión perdonar a mis padres. Lo necesito tanto como ellos, ayúdame a dar este paso de bendición familiar y la paz reine en nuestros corazones. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

martes, junio 17, 2008

AMAR

Marcos 12:29-31
“Jesús contestó: El mandamiento más importante es este: '¡Oye pueblo de Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. 31 Y el segundo es: Ama a los demás como te amas a ti mismo. Esos son los mandamientos más importantes”.


Amar no es sólo sentir mariposas en el estómago y estar obnubilado por la otra persona. Amar es mucho más que eso. Amar es una decisión que tomamos una vez y la sostenemos cada día. El día en que conociste a tu esposo/a parecía que todo era un jardín de flores. Ni un sí ni un no, juntos para todos lados y después de varios años de casados, la princesa ya es la vieja y el príncipe, el viejo. Muchos dicen se apagó el amor, ahora sólo queda la costumbre. Si se apagó el amor, ¡enciéndalo! Amar no es un sentimiento. Es un mandamiento. ¿Y cómo se obedece ese mandamiento? Primeramente amando a Dios sobre todas las cosas y luego a su cónyuge como a ti mismo. No importa cuántos años hayan pasado, aviva el amor. Piensa en cómo agradar al otro, tal vez con el desayuno que más le gusta, dejándole a la noche un chocolate en la almohada, diciéndole palabras bonitas durante el día. Una llamada telefónica, un e-mail, lo que se te ocurra puedes hacerlo. Cuidar, respetar, honrar, dar, eso es amor. (Lea 1 Corintios 13). Tú siempre decides accionarlo o no. Si lo haces, si caminas en amor, estarás en la perfecta voluntad de Dios y tu hogar recibirá una lluvia de bendiciones. Actúa en amor con tu pareja, con tus hijos, con tus padres y extiende el amor hacia los demás también. Eso es la voluntad de Dios.

“Padre celestial, Tú has derramado tu amor en mi corazón. A partir de hoy decido amar sin condiciones. Activaré ese amor que has colocado en mí. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

CRISTO TU SUMO SACERDOTE

Hebreos 3:1
“Por lo tanto, hermanos, ustedes que han sido santificados y que tienen parte en el mismo llamamiento celestial, consideren a Jesús, Apóstol y Sumo Sacerdote de la fe que profesamos”.

Hoy día muy pocos creyentes entienden el misterio del apostolado y sacerdocio de Jesucristo. Pensamos que un apóstol es alguna clase de supersanto. Pero "apóstol" en realidad significa "enviado". Por tanto, Jesús ha sido enviado por Dios para hacer algo por nosotros. Él ha sido enviado para servir como nuestro Sumo Sacerdote. De nuevo, muchos creyentes no tienen la menor idea de lo que un sumo sacerdote hace. Ellos se imaginan a una persona que camina en ropas extrañas cumpliendo con rituales religiosos. En realidad, un sumo sacerdote es mucho más que eso: es el que está autorizado para administrar, poner en marcha, llevar a cabo y ejecutar lo que se le ha encomendado. Quizás te preguntes: "¿Qué está Jesús autorizado para administrar, ejecutar o llevar a cabo en nombre de nosotros?" Hebreos 3:1 dice que Jesús es el Sumo Sacerdote de nuestra confesión. Él ha sido enviado a poner en vigor, a ejecutar y a llevar a cabo las palabras que usted diga. Pero es muy posible que en lugar de palabras de fe, tú hayas estado expresando cómo te sientes. Por ejemplo, si solo hablas de enfermedad, ¿Qué podrá hacer el Señor con eso? El no es Sumo Sacerdote de la enfermedad, y no podrá hacer cumplir esas palabras. Si le dijeras: "Estoy débil, estoy cansado", Él no podrá hacer nada con eso. La Biblia dice que el débil diga, "¡fuerte soy!". En el momento que dices esas palabras, Jesús podrá administrarte FORTALEZA. Jesús no va a darte enfermedad, debilidad, escasez económica o pecado; Él derrotó todo eso por nosotros. Él es el Sumo Sacerdote de redención, de justicia y de liberación. Tenlo presente para cuando te acerques a Jesús, para que no hables palabras de derrota, sino palabras de victoria que Él pueda hacer cumplir. Eso es lo que Dios te ha comisionado a Jesucristo para que cumpla en ti.
“Padre celestial, te doy gracias por haber hecho provisión para mi vida a través de Jesucristo. Hoy reconozco a Jesús como mi Abogado y Sumo Sacerdote. A través de Su ministerio recibo todas las bendiciones provistas ya para mí. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

UN BENDICIÓN TRASGENERACIONAL

Deuteronomio 6:5-7
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. 7 Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.

Todos queremos tener un hogar bendecido. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Todos queremos que a ellos les vaya mejor que a nosotros. Pero esto no es algo que sucede por casualidad. Esto sucede cuando seguimos el consejo de Dios y trabajamos cada día en ello. Dios debe ser el primero en nuestro hogar y nuestro amor hacia Él debe manifestarse en las actitudes que tenemos con nuestra familia. No podemos decir que amamos a Dios y despreciar y maltratar a nuestros seres queridos. Lo que recibimos de Dios lo debemos dar primeramente en nuestro hogar. Por eso la Palabra nos dice que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro ser y eso transmitirlo. Transmita la bendición en todo momento. Toma tiempo con tu familia para hablar de la Palabra de Dios. Cuando tengas que tomar una decisión o darle un consejo a tus hijos, hazlo basado en lo que dice la Palabra. Tú perpetuarás las bendiciones por generaciones si así lo haces. Proverbios 22:6 dice “Instruye al niño en el camino correcto, y aun cuando sea grande no lo abandonará”. Estos niños a su vez instruirán a sus propios hijos y así continuará la bendición. ¿Y cómo instruirlos? Con la Palabra y con el ejemplo. Vive lo que predicas. Ten apertura para que tus hijos se acerquen a ti, escúchalos y enséñales lo correcto. Si descuidas esta área por todo el trabajo que tienes y los afanes de la vida, el diablo se encargará de que haya alguien que los instruya pero en la dirección equivocada. Valora lo que Dios te ha dado y establece las prioridades correctas.
“Padre celestial, En tu inmenso amor me enseñas cómo vivir en tus bendiciones y cómo impartirlas a mi familia. Con tu ayuda seremos luz y llevaremos esa luz a otras familias que están en necesidad. Gracias, en el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Reflejando la Gloria de Dios

Salmos 127:1
“Si el Señor no edifica la casa, de nada sirve que trabajen los constructores. Si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que vigilen los guardias.”.

La familia es el diseño Divino para el ser humano y Él se encarga de edificarla. Es imprescindible que el Señor Jesús esté primero en tu hogar; de lo contrario, cualquier intento por restaurarlo o tratar de mantenerlo será en vano. Quizás estés pasando por problemas familiares y tal vez intentaste de todo; pero lo primero que debes hacer es hacer a Jesús Señor de tu familia. Si le das lugar, Él comenzará a ordenar esos ladrillos que con el tiempo se cayeron. satanás puede haber traído división, amarguras, problemas, soledad, incomprensiones, peleas; pero es tiempo de cerrarle la puerta y comenzar a reedificar. Se puede, con Dios todo se puede. Con Él hay esperanza. No mires a la persona que tienes al lado y digas: “¡este no cambia jamás!” ¡No! todo cambia en las manos de Dios. Comienza a usar las armas que Él te dio. Toma autoridad sobre todo espíritu de división, bendice a las personas con las que vives y obra en amor. Si quieres una casa edificada por Dios debes seguir sus instrucciones; muchas pueden no gustarte – porque a nadie le gusta mucho rendir su voluntad y sus propias ideas – pero no es cuestión de hacer nuestra voluntad sino la de Dios. Obedecer a la Palabra es la clave para la bendición. Tu familia, tu hogar cambiará, será restaurado, y aquellos que están recién comenzando en la tarea de edificarlo, tomen el consejo de mantener siempre a Dios primero y se librarán de muchos males y dolores. Cuando Dios gobierna hay amor, hay respeto, hay libertad, hay unidad, hay prosperidad. Determínate a glorificar a Dios con tu vida. El mundo verá algo diferente y se acercará a ver qué es eso distinto que hay en tu hogar. Es el amor de Dios. Tu familia será el reflejo de la gloria de Dios.
“Padre celestial, gracias por mi familia. Ayúdame a establecer Tus Principios para que esté edificada sobre una base firme y no caiga. Sé que cuando Tú estás, ningún viento contrario nos podrá derribar. Gracias. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

UN DISEÑO DIVINO: LA FAMILIA.

Génesis 1:27-28
“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó. 28 Y bendíjoles Dios, diciendo: Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que arrastra sobre la tierra”.

La familia es el diseño de Dios para el ser humano. Desde el principio de la creación Dios estableció al hombre sobre la tierra, formó a su mujer y les dio la orden de reproducirse. En familia sojuzgarían, en familia gobernarían, en familia progresarían. La familia es una bendición de Dios. Para muchos es un castigo por cómo viven diariamente, pero es una bendición. El diablo sabe que cuando el hombre vive en armonía con su familia y se une en los propósitos de Dios, él queda afuera y sin poder, por eso intenta dividir y traer contienda dentro del núcleo familiar para que esa familia no sea un canal de bendición. Discierne en tu espíritu estos ataques y no permitas que entren en tu seno familiar (Génesis 4:5-8). Si las discusiones, las peleas, los enojos, los rencores, las faltas de perdón quieren tomar lugar, opera en el perdón y en el amor sobrenatural de Dios. Tengas o no la razón, no permitas que la situación se desborde. Toma autoridad en el Nombre de Jesús y echa fuera todo espíritu de división y actúa siempre en amor. No te canses de hacer el bien porque a su tiempo cosecharás si no desmayas. ¡Tu hogar será como el cielo en la tierra! Proponte cada día darle algo especial a tu familia. Valoriza a cada miembro, presta atención a sus necesidades. Ora por ellos y cuando hables de tu familia, habla bien. Es tuya, es parte de ti, es el huerto que Dios te ha dado para labrar. Si quieres ver cambios en tu ambiente familiar debes empezar por ti mismo. No puedes demandar algo que no has sembrado. Siembra semillas de amor, de tiempo, de palabras de aliento, de estima sobre tu familia y verás los frutos. No lo dudes, tu hogar reflejará la gloria de Dios.
“Padre celestial, gracias por mi familia. Me la has dado Tú y es buena. Ayúdame a contribuir a que ella sea un reflejo de tu amor, un canal de bendición para muchas vidas. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

miércoles, junio 11, 2008

Desarrollando adicción por la Palabra

1 Corintios 16:15
“Bien saben que los de la familia de Estéfanas fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado a servir a los creyentes. Les recomiendo, hermanos”.

A partir de esta meditación de hoy quiero que empieces a cultivar una adicción, pero una adicción a la Palabra de Dios. Quizás esto te parezca extraño, especialmente si no tienes mucho interés en la Palabra ahora. Pero, créeme, es posible. Lo único que tienes que hacer es decidir que lo vas a hacer. Enfoca tu tiempo y atención en la Palabra de Dios. Cuanto más te dediques a ella, más aumentarás tu deseo por la Palabra de Dios. Con el tiempo, tu mente estará absorta en ella. ¿Sorprendido? No deberías estarlo. Eso pasa con cualquier cosa a las que tú te dedicas totalmente. Por ejemplo, eso le pasa a los que se entregan a la pornografía. Conforme dedican más tiempo a esa actividad, el espíritu inmundo que opera por medio de ella empieza a tomar control de su consciente, y con el tiempo pasan de la actividad mental al hecho físico. Luego llegan al punto en que quieren más y más, y nunca podrán estar satisfechos, nada los saciará. Ese mismo principio puede aplicarse de una forma positiva cuando tú te dedicas a la Palabra de Dios. Puedes hacerlo hasta el punto de estar totalmente absorto en ella en mente y cuerpo, y cuanto más sacas de ella, más quieres seguir sacando. El Espíritu que opera por medio de la Palabra, el Espíritu Santo, te guiará y te llevará más cerca de Jesús de lo que te puedas imaginar. Nunca he conocido a nadie que haya andado poderosamente en la fe sin haber cultivado primero la adicción de entregarse por completo a la Palabra por un tiempo largo. No te estoy hablando de unos cuantos minutos, sino de un tiempo considerable meditando en Ella de día y de noche.

“Padre celestial, te doy gracias por Tu Palabra, Ella es medicina para mi vida, hoy me propongo ser una adicto de Tu Palabra, depender de Ella a cada momento de mi vida. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

El Asesino de la familia

1 Corintios 13:5
“No actúa con bajeza ni es egoísta, no se deja llevar por la ira y no guarda rencor”.


El egoísmo es uno de los asesinos más grandes de la familia. El egoísmo siempre piensa en sí mismo, siempre reclama, siempre busca satisfacer lo propio. El egoísmo es contrario al amor. Si tú detectas cualquier actitud egoísta en tu vida, deséchala porque puede corromper tu familia y tu matrimonio. El amor siempre piensa en lo que puede dar, lo que puede hacer para que el otro esté mejor. El egoísmo dice: “pero, ¿qué hay de mí? ¿A mí cuando me van a dar? Si yo le doy y no recibo nada ¿Y si me quedo sin lo que me gusta? ¡Yo también necesito!”. Las personas egoístas terminan cansando a los que lo rodean, se transforman en parásitos que succionan todo de los demás pero no dan nada y como consecuencia terminan en soledad. Ten siempre presente esto: El egoísmo nos separa de Dios, es un obstáculo para recibir la bendición de Dios. Dios no DA para que lo que DA sea retenido, DA para que demos. Dios, nuestro Padre, es un Dador. Lee la Palabra de Dios y encontrarás como Cristo (el novio) ama a la iglesia (Su novia) al punto de darlo todo por ella, Su misma vida (Lee Efesios 5:21-29). Por lo tanto, pon en actividad el amor de Dios y sé generoso. Piensa en el otro. Cómprale algo que tú te hubieras comprado. Honra y serás honrado. Erradica de tu vida el temor de no ser correspondido. Dios siempre da cosecha a los que con corazón correcto actúan en Su Palabra.
“Padre celestial, en este día echo fuera todo egoísmo de mi vida. Me decido a caminar en Tu amor, en ser un dador alegre y generoso. Gracias. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.