domingo, agosto 24, 2008

Dos visiones de la vida

Porque para mí el vivir es Cristo,
y el morir es ganancia.
Filipenses 1: 21

Cada año miles de personas cometen suicidio; de hecho, el número de tales muertes ha ido creciendo a una velocidad alarmante. La razón no es difícil de descubrir. La mayoría de las personas educadas que no conocen a Jesucristo personalmente creen que somos productos accidentales de la evolución. Ellos dicen que no existe nada que tenga valor eterno, y nuestras acciones sean buenas o malas no tienen ninguna consecuencia. En otras palabras, ellos rechazan la idea del Cielo y del Infierno después de la muerte. Como resultado, la mayoría de estas personas son inmensamente desdichadas, aunque puedan mostrar una imagen de gozar grandemente los placeres que brinda el mundo. Sin fe en Cristo, la vida es absurda, trágica, y sin sentido. A pesar que es popular pensar en términos de vivir sin Dios, es evidente que los seres humanos, creados a la imagen del Señor, no pueden vivir con tal concepto. Vemos evidencia de esto en el arte moderno. Muchos de nosotros se han reído al estar observando algunas 'llamadas' obras de arte. Todo lo que nos muestran son líneas en diferentes sentidos, manchas y borrones. Aun así estas obras son consideradas grandiosas desde el punto de vista artístico, porque a través de ellas el autor ha expresado su más grande frustración con la vida. Ellas exhiben los sentimientos de su alma en torturas. Más aún, algunos artistas han cometido suicidio justo después de haber terminado alguna de sus grandes obras. El mundo va en decadencia porque el ser humano que ha sido hecho para Dios está tratando de vivir sin Él. Cuan diferente era el concepto del Apóstol Pablo, puesto que la vida para él tenía un significado real gracias al Señor Jesucristo. Él ansiaba estar en el Cielo, donde recibiría una gloriosa recompensa por su servicio al Señor (2-Timoteo 4:8). Si tú conoces personalmente a Jesucristo, agradece a Dios por la diferencia que Él hace.

viernes, agosto 08, 2008

Ya no dos, sino uno

Dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Génesis 2:24.

Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
Mateo 19:6.

Íbamos a plantar dos abedules en nuestro jardín. Una amiga nos aconsejó: –Plántenlos cerca uno de otro, ustedes verán lo hermoso que quedará. Así lo hicimos. Sin embargo, su crecimiento fue difícil. Uno brotaba pronto en la primavera, pero se ponía amarillo con el calor. El otro parecía más frágil, pero permanecía más tiempo verde. Al principio, nuestros pequeños árboles crecieron casi independientemente. Pasaron quince años. Sus ramas se mezclaron y sus raíces también. Ahora parecen formar un único árbol. Así ocurre con parejas de personas ancianas. Los años los han formado el uno para el otro. Sus gustos y sus maneras de ser se han mezclado y sus recuerdos también. Esto es lo que Dios desea para el matrimonio: que sean uno desde el principio, porque Dios es quien los une. Luego, en la práctica deben aprender a armonizar sus pasos cada vez más. Vivir esta unidad, mantenerla y hacerla cada vez más armoniosa en el curso de los años es la vocación del matrimonio. Ser uno y ya no dos pide una constante aplicación y renunciamientos. Se necesita la ayuda del Señor para mantener la armonía hasta el fin del camino común. En efecto, el Señor es quien une y forma a los esposos cristianos. Se sirve de uno, de sus cualidades como de su flaqueza, para los progresos del otro. Les enseña a orar, a servirle, agradecerle, adorarle y amarle juntos.

Creerle a Dios

Por la fe cayeron los muros
de Jericó después de rodearlos siete días.
Hebreos 11: 30

En la historia de Josué y la ciudad de Jericó, tenemos una ilustración de una fe viva y verdadera. Dios ordenó a Josué reunir a todos los hombres de guerra y hacerlos marchar alrededor de Jericó una vez al día durante seis días. Luego, en el séptimo día, debían hacerlo siete veces, después de lo cual los sacerdotes debían hacer sonar sus trompetas y todo el pueblo gritar a todo pulmón. El Señor prometió a Josué que si ellos hacían esto, las murallas de la ciudad se derrumbarían. Has intentado alguna vez ponerte en el lugar de Josué, e imaginado cómo hubieses reaccionado a tal mandato? Cuando el Señor le dio estas instrucciones, supones que Josué respondió: "Señor, eso es algo que se debe hacer. Verdaderamente, me siento un tanto avergonzado de no haber ideado yo mismo tan brillante plan. Todo tiene mucho sentido." Por supuesto que él no dijo nada como lo anterior, simplemente porque la orden de Dios no era 'razonable' en la mente de Josué. Es decir, él no podía calcular científicamente que los resultados predichos seguirían necesariamente tales acciones. Más aún, aunque algunos lo hubiesen considerado un plan de locos tratar de conquistar Jericó, Josué obedeció a Dios de todas maneras, simplemente porque él tenía fe. Sí, él estaba dispuesto a confiar en la Palabra del Señor, a pesar del hecho de que pareciere contrario a su propio entendimiento de las cosas. Eso es lo que Dios espera de nosotros hoydía. Él quiere que creamos en Su Palabra... que aceptemos los contenidos de la Biblia en su totalidad -- pudiendo comprenderlos o no. Hay mucho en las Sagradas Escrituras que no podemos explicar, como por ejemplo: La Trinidad; La muerte de Cristo por nuestros pecados; La resurrección de Jesús; La segunda venida de Jesucristo. Pero aún así, nosotros creemos todas estas cosas con todo nuestro corazón simplemente porque Dios lo dice. Recuerda que sin esta fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).

Dios es mi Pastor

El Señor es mi pastor; nada me faltará.
Salmo 23:1.

Volvió, pues, Jesús a decirles:… Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Juan 10:7 y 11.

En la llanura de la Bekaa, en el Líbano, hay numerosos rebaños de ovejas. Al final del día cada pastor lleva su rebaño a un recinto seguro. Además, el pastor acostumbra dormir cerca de sus animales. De esa manera él conoce sus ovejas y ellas lo conocen. Está tan cerca de ellas que puede sentir y experimentar lo que ellas viven. Ninguna anomalía escapa a su atención. La autoridad que tiene sobre las ovejas se funda en su constante presencia y sus cuidados. Respecto a Dios, a menudo la Biblia emplea la imagen del pastor. El pueblo de Israel, un pueblo de pastores, debió ser muy sensible a ello. Esta imagen subraya la presencia activa del Señor Jesucristo en medio de su pueblo. Recordemos que su nombre Emanuel significa “Dios con nosotros” y que él hizo esta promesa a los suyos: “Estoy con vosotros todos los días” (Mateo 1:23; 28:20). Sí, él está siempre cerca de nosotros. En hebreo, tres palabras designan al pastor con tres características: proteger, vigilar y prever. Asimismo, el Señor Jesús es primeramente el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas (Juan 10:11). Luego vigila a sus redimidos para librarlos del mal exterior e interior. “Nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28). Por último, el Señor Jesús promete que los suyos tendrán vida “en abundancia” (Juan 10:10). ¿Conocemos semejante vida que halla su fuente en el amor del Señor y que espontáneamente se pone al servicio del prójimo?