La generosidad expresa el corazón de Dios, Su
naturaleza de amor. La generosidad auténtica da sin esperar nada a cambio,
solo por el placer mismo de obedecer a Dios y de bendecir a las personas.
Las personas generosas han experimentado que la Biblia tiene razón cuando
dice que “más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Pero la verdad es que la generosidad, aunque no
espera recibir nada a cambio, trae bendiciones enormes a nuestra vida, y
puedo dar fe de ello. Siempre busca hacer de la generosidad una constante
en tu vida, y verás cómo, una y otra vez, se te abren puertas y te permite alcanzar
cosas que jamás hubiese podido imaginar.
Al darte en el servicio a Dios y a las
personas, experimentas bendiciones enormes, que sin duda te hacen prosperar
a nivel relacional, laboral, económico, intelectual y, sobre todo,
espiritual.
¿Recuerdas este pasaje? “El alma
generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado” (Proverbios 11:25).
En ocasiones, podemos sentirnos incómodos a la
hora de recibir cosas de parte de los demás, o incluso de Dios. El hecho
mismo de pensar en prosperidad puede incomodarnos.
Sí, Dios sacia a los que sacian. Que tu corazón esté
centrado en Dios y en bendecir a las personas, y que, mientras tanto, las
bendiciones de Dios inunden y prosperen tu vida en cada paso que des.
“Señor, ayúdame a ser más generoso en cada
detalle de mi vida: con mi tiempo, con mi dinero, con mi gentileza, con mi
dedicación… Que todo lo que haga refleje Tu corazón a los que me rodean,
para que pueda ser un canal de bendición para sus vidas. ¡Gracias por Tus
promesas, y por tu bendición sobre mi vida! En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”
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