El siguiente ejemplo permitirá comprender mejor nuestra unión con Cristo: un árbol frutal silvestre produce frutos de poco valor o no comestibles. Pero si se le cortan las ramas a corta distancia del tronco, y en su lugar se injerta o inserta un corto trozo de las ramas de un árbol cultivado, las ramas así injertadas van a crecer y transformar al árbol silvestre en un árbol productivo que tendrá la naturaleza del injerto. Se trata de creer que hemos sido unidos a Cristo en su muerte y resurrección. Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús (Romanos 6:11). Luego, es preciso demostrar lo que somos en Cristo o, como dice el apóstol, andar en vida nueva (v. 4). Efesios 4:22-24 precisa esta transformación: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Despojaos: el tiempo del verbo en griego indica un momento preciso en el pasado. Nos hemos despojado de lo que éramos por naturaleza, aunque la naturaleza pecadora aún esté en el creyente. La contrapartida es vestirnos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad. Vestirse del nuevo hombre también es un hecho cumplido en el momento de nuestra conversión. No se trata de vestirse una y otra vez, pues aquel que está en Cristo ya se ha vestido del nuevo hombre. Por el contrario, ser renovados en el espíritu de vuestra mente es una acción continua. Cada día el entendimiento, la fuente de nuestros pensamientos, necesita ser renovado en la comunión con Dios por la acción de la Palabra, y por la del Espíritu Santo.