Jesús… dijo: De cierto os digo,
que si no os volvéis y os hacéis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos.
Mateo 18:3.
que si no os volvéis y os hacéis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos.
Mateo 18:3.
George Lyttleton, un británico agnóstico* del siglo XIX, estaba convencido de que era imposible que un hombre como Saulo de Tarso, más tarde el apóstol Pablo, hubiera cambiado radicalmente el curso de su vida, como lo relata el Nuevo Testamento. Decidió escribir un libro para defender su punto de vista y sembrar la duda en la cristiandad, mostrando que la conversión de Pablo sólo fue pura apariencia. Después de una intensa investigación, este fue el resultado de su estudio: «En conclusión, la conversión de Pablo y su apostolado prueban que la conversión al cristianismo es la consecuencia de una revelación divina». El mismo Lyttleton terminó siendo cristiano al confiar en Cristo como su Salvador personal. Lucas, el autor del libro de los Hechos de los Apóstoles, consideraba la conversión de Pablo como un acontecimiento de gran importancia. La relató tres veces (capítulos 9, 22 y 26 de Hechos) con muchos detalles. La vida de Pablo nos da el ejemplo de una conversión radical que va más allá de las palabras y de una adhesión intelectual; concierne a toda la vida y provoca un apego incondicional a Dios. Aun cuando nuestra conversión parezca trivial comparada con la de Pablo, nuestro compromiso puede ser tan sólido como el suyo, porque nosotros también encontramos al Cristo resucitado y reconocimos en él a nuestro Salvador y Señor.