miércoles, septiembre 26, 2007

Y tú, tienes tiempo?

Mas si desde allí buscares
a Jehová tu Dios, lo hallarás,
si lo buscares de todo corazón
y de toda tu alma.
Deuteronomio 4:29
Mientras te levantabas esta mañana, Yo te observaba. Esperaba que me hablaras, aunque fuesen unas cuantas palabras, preguntando Mi opinión acerca de algún tema o agradeciéndome por algo bueno que te hubiese sucedido el día de ayer, pero noté que estabas muy ocupado... buscando la ropa adecuada que te ibas a poner para ir al trabajo. Seguía esperando mientras corrías por la casa arreglándote, creí que encontrarías unos cuantos minutos para detenerte y decirme "ALGO"... pero estabas demasiado ocupado... para ver si por fin me percibías, encendí el cielo para ti, lo llene de colores y dulces cantos de pájaros... pero ni siquiera te diste cuenta de ello. Te miré mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con tantas actividades supongo que... estabas muy ocupado para decirme algo. De regreso, vi tu cansancio, quise rociarte para que el agua se llevara tu estrés. Pensé que agradándote, te acordarías de Mi. Sin embargo, enfurecido ofendiste Mi Nombre. Deseaba tanto que me hablaras... aun quedaba bastante tiempo. Después encendiste el televisor. Espere pacientemente mientras veías tu programa favorito, luego cenaste y nuevamente te olvidaste de hablar Conmigo. Te noté cansado, entendí tu silencio y apagué el resplandor del cielo pero no te dejé a oscuras. Lo cambié por un lucero... en verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verlo. A la hora de dormir creo que ya estabas agotado. Dijiste buenas noches a tu familia, caminaste hacia tu cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música tus sueños, mis animales nocturnos se lucieron. No hay problema... porque quizás no te das cuenta que siempre estoy ahí para ti. Tengo mas paciencia de la que te imaginas. Quisiera enseñártela para que puedas tenerla con los demás. Te amo tanto que espero todos los días por una oración y el paisaje que diseño cada amanecer es para ti. Bueno... te estas levantando de nuevo y no me queda otra cosa que entregarte todo el amor que siento por ti y continuar esperando que al menos el día de hoy me dediques solo... un poco de tiempo.

martes, septiembre 25, 2007

Una prueba suficiente

Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad,
y trae acá a los pobres,
los mancos,
los cojos y los ciegos…
Vé por los caminos y por los vallados…
para que se llene mi casa.
Lucas 14:21, 23.

Los sanos no tienen necesidad de médico…
No he venido a llamar a justos,
sino pecadores. Marcos 2:17.
Cierta vez, el doctor Barnard, fundador de numerosos orfanatos en Inglaterra, fue abordado en la calle por un chico de aspecto miserable, vestido de harapos, quien le dijo: –Señor, quisiera entrar en una de sus casas: – Pero, hijo mío, no te conozco, le dijo el doctor, ¿quién eres? ¿Conoces a alguien que pueda recomendarte? –Por favor, señor, suplicó el niño, mostrándole sus harapos, pensaba que «esto» sería una prueba más que suficiente. Conmovido, el doctor Barnard tomó la mano del chico y lo inscribió en uno de sus orfanatos. ¿Quiénes entrarán en la casa del Padre, en la eterna presencia de Dios? Aquellos que desde el fondo de su miseria apelan a su gracia, los que saben que están perdidos, que son culpables ante Dios. En la parábola de Lucas 15, el padre da el mejor vestido de fiesta al hijo arrepentido que vuelve a casa, y no a su hermano. Sólo hay una condición previa a la salvación: haber comprendido que uno está perdido. ¿Por qué estoy perdido? Porque he vivido sin tener en cuenta a Dios y le he ofendido, así que no soy digno de su presencia. Él simplemente me pide que reconozca esto, pues es la única prueba que me identifica ante él para obtener su perdón.

Nunca más !!

-Nunca Más confesaré que No puedo porque todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13)
-Nunca Más confesaré pobreza, porque mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19)

-Nunca Más confesaré temor, porque Dios no me ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7)

-Nunca Más confesaré duda y falta de fe, porque Dios ha dado ha todas sus criaturas la medida de fe (Romanos 12:3)

-Nunca Más confesaré debilidad, porque Dios es la fortaleza de mi vida (Salmos 27:1) y el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará (Daniel 11: 32)

-Nunca Más confesaré que el enemigo gobierna mi vida, porque mayor es el que esta en vosotros, que el que esta en el mundo (1 de Juan 4:4).

-Nunca Más confesaré derrota, Dios siempre me lleva en triunfo en Cristo Jesús (2 Corintios 2:14)

-Nunca Más confesaré falta de entendimiento, porque Dios ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduria (1 Corintios 1:30)

-Nunca Más confesaré enfermedad porque por su llaga fui curado (Isaias 53:5) y Jesús mismo tomó mis enfermedades y llevó mis dolencias (Mateo 8:7).

-Nunca Más confesaré pesares y frustraciones, porque estoy echando toda mi ansiedad sobre el, porque el tiene cuidado de mí (1 Pedro 5:7). Con Cristo, estoy libre de preocupaciones.

-Nunca Más confesaré esclavitud, porque el Señor es el Espíritu y donde está el Espíritu del Señor ahí hay libertad (2 Corintios 3:17) Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo

-Nunca Más confesaré condenación, porque no existe la condenación para aquellos que están en Cristo (Romanos 8:1) Yo estoy en Cristo, por lo tanto estoy libre de condenación.

¿Sabría usted contestar?

¿Cómo se justificará el hombre con Dios?
Job 9:2.
El hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Romanos 3:28.
Vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20.
En el curso de una velada donde se encontraron jóvenes agregados diplomáticos, uno de ellos, un judío se vanaglorió de poder improvisar un discurso sobre cualquier tema. Era un muchacho inteligente, culto y con facilidad de expresión. Como esperaba una propuesta, de pie cerca de su silla, uno de sus colegas aceptó el desafío y le dijo: –Pues bien, responda a una pregunta formulada en uno de sus libros santos: “¿Cómo se justificará el hombre con Dios?”. De repente el joven diplomático perdió su hermosa seguridad y se declaró incapaz de responder. En efecto, era completamente ignorante acerca de las verdades divinas y eternas. Esperamos que luego haya buscado y descubierto la respuesta en la Biblia, que es donde se halla. Ésta empieza por explicarnos claramente que nadie puede justificarse ante Dios por las buenas obras que realice (Romanos 3:20). Luego nos enseña que podemos ser justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (Romanos 3:24), por medio de su sangre derramada en la cruz. Finalmente declara que justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5:1). Dios, quien reconoce el valor infinito del precio pagado, justifica gratuitamente al pecador y le da la paz.

Una conversión radical

Jesús… dijo: De cierto os digo,
que si no os volvéis y os hacéis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos.
Mateo 18:3.
George Lyttleton, un británico agnóstico* del siglo XIX, estaba convencido de que era imposible que un hombre como Saulo de Tarso, más tarde el apóstol Pablo, hubiera cambiado radicalmente el curso de su vida, como lo relata el Nuevo Testamento. Decidió escribir un libro para defender su punto de vista y sembrar la duda en la cristiandad, mostrando que la conversión de Pablo sólo fue pura apariencia. Después de una intensa investigación, este fue el resultado de su estudio: «En conclusión, la conversión de Pablo y su apostolado prueban que la conversión al cristianismo es la consecuencia de una revelación divina». El mismo Lyttleton terminó siendo cristiano al confiar en Cristo como su Salvador personal. Lucas, el autor del libro de los Hechos de los Apóstoles, consideraba la conversión de Pablo como un acontecimiento de gran importancia. La relató tres veces (capítulos 9, 22 y 26 de Hechos) con muchos detalles. La vida de Pablo nos da el ejemplo de una conversión radical que va más allá de las palabras y de una adhesión intelectual; concierne a toda la vida y provoca un apego incondicional a Dios. Aun cuando nuestra conversión parezca trivial comparada con la de Pablo, nuestro compromiso puede ser tan sólido como el suyo, porque nosotros también encontramos al Cristo resucitado y reconocimos en él a nuestro Salvador y Señor.

Unidos a Cristo (1-3)

Por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo,
Jesucristo,
los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
Romanos 5:17.
En cuanto a nuestra unión como creyente con Cristo, vemos su obra en nosotros. ¿Cuáles fueron las consecuencias de la caída del primer hombre? (Génesis 3). El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte (Romanos 5:12). El pecado separa a los hombres de Dios y a los hombres entre sí; la muerte es la separación del alma y el cuerpo físico; para los que no son salvos, la segunda muerte es la separación eterna de Dios en el lago de fuego (Apocalipsis 20:14). La relación que existía con él antes de la caída quedó interrumpida por el pecado. Pero, por la obra de su Hijo, Dios da en cambio mucho más: no nos restablece el estado anterior, sino que nos une a Cristo. Merced a nuestra unión con Cristo, él permanece en nosotros y nosotros en él. Esto era un misterio antes de la venida de Cristo (Colosenses 1:26-27), algo oculto, pero ahora, en el tiempo de la gracia, es revelado por el Espíritu. Nosotros estamos en Cristo ante Dios, tema importante de la epístola a los Efesios; Cristo está en nosotros en este mundo, como lo subraya la epístola a los Colosenses. Captar esto por la fe transforma la vida (Gálatas 2:20). Romanos 6 nos ofrece lo esencial de esta obra divina en nosotros: Plantados, hechos una misma planta con él (v. 5). Esto implica nuestra muerte con Cristo (v. 6-7) y nuestra resurrección con él (v. 8; ver también Efesios 2:5-6).

Unidos a Cristo (2-3)

El (hombre) interior no obstante se renueva de día en día.
2 Corintios 4:16.
El siguiente ejemplo permitirá comprender mejor nuestra unión con Cristo: un árbol frutal silvestre produce frutos de poco valor o no comestibles. Pero si se le cortan las ramas a corta distancia del tronco, y en su lugar se injerta o inserta un corto trozo de las ramas de un árbol cultivado, las ramas así injertadas van a crecer y transformar al árbol silvestre en un árbol productivo que tendrá la naturaleza del injerto. Se trata de creer que hemos sido unidos a Cristo en su muerte y resurrección. Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús (Romanos 6:11). Luego, es preciso demostrar lo que somos en Cristo o, como dice el apóstol, andar en vida nueva (v. 4). Efesios 4:22-24 precisa esta transformación: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Despojaos: el tiempo del verbo en griego indica un momento preciso en el pasado. Nos hemos despojado de lo que éramos por naturaleza, aunque la naturaleza pecadora aún esté en el creyente. La contrapartida es vestirnos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad. Vestirse del nuevo hombre también es un hecho cumplido en el momento de nuestra conversión. No se trata de vestirse una y otra vez, pues aquel que está en Cristo ya se ha vestido del nuevo hombre. Por el contrario, ser renovados en el espíritu de vuestra mente es una acción continua. Cada día el entendimiento, la fuente de nuestros pensamientos, necesita ser renovado en la comunión con Dios por la acción de la Palabra, y por la del Espíritu Santo.

Unidos a Cristo (3-3)

Para que en todo (Cristo) tenga la preeminencia.
Colosenses 1:18.
La epístola a los Colosenses extrae las consecuencias prácticas de nuestra muerte y resurrección con Cristo: Si habéis muerto con Cristo… ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos… (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres)…? (2:20-22). Establecer reglas, leyes y ordenanzas para el hombre que no ha sido regenerado es legalismo. Pero, si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios3:1-3). Hemos resucitado por la gracia de Dios. A nosotros nos corresponde buscar lo positivo, las cosas de arriba, pensar en ellas, cultivar la vida que tenemos en Cristo. Ello implica que debemos hacer morir lo terrenal en vosotros (v. 5), es decir, no alimentar los desordenes carnales; también se trata de dejar todas las manifestaciones del carácter natural: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas (v. 8). Para ello necesitamos el poder del Espíritu de Dios. Y a esto le sigue el aspecto positivo: Vestíos… de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia… (v. 12-15), en una palabra, de todo lo que la nueva vida produce. Para hacerlo posible tenemos un potente recurso: La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros (v. 16). Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3)

¿Somos esclavos de nuestras máquinas?

Si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti;
pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros,
y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Mateo 5:30.

Todas las cosas me son lícitas…
mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
1 Corintios 6:12.

La parábola de Lucas 14:15-24 nos cuenta la historia de un hombre que ofrece un festín. Ilustra la invitación que Dios dirige a todos los hombres porque desea llenar el cielo, ese glorioso lugar de felicidad. Pero, cosa extraña, los invitados parece que compitieran a fin de hallar la mejor excusa para no asistir. Uno de ellos explica: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. A veces actuamos como este invitado. Frecuentemente el hombre moderno está tan inmerso en sus actividades que permanece sordo a esa divina invitación. En nuestros días, estas cinco yuntas podrían ser una nueva máquina, un auto, una computadora… ¿Podrá una invención tecnológica, concebida para facilitarnos el trabajo, impedir que nos pongamos en regla con Dios? ¿Sacrificaremos la felicidad eterna por una ocupación pasajera? Esto nos hace pensar en Esaú, quien cambió la bendición divina por un plato de lentejas. Para nosotros que creemos en el Señor Jesús, el Salvador de nuestras almas, ¿podría una actividad apasionante estorbar nuestra relación con Dios, ocupar demasiado lugar en nuestra vida y llegar a ser como un ídolo al cual sacrificamos nuestro tiempo libre? No seamos esclavos de nuestras máquinas; ellas son sólo herramientas útiles a nuestra disposición y a la de nuestro Señor.

viernes, septiembre 21, 2007

La muerte del Señor Jesús

No he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
Juan 12:47.

Pongo mi vida… Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.
Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Juan 10:17-18.
El Señor Jesús había hablado del lugar de su muerte. Iba a ser en Jerusalén. Había anunciado de qué manera debía morir: injuriado, azotado y crucificado (Lucas 18:32-33). También había dicho con precisión a sus discípulos en qué momento debía dejar su vida: el día de la celebración de la Pascua, prueba de que él era el verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Todo ocurrió como lo había dicho. Ya que nunca había cometido pecado, habría podido subir al cielo sin pasar por la muerte. Pero, por amor, escogió morir a fin de obtener el perdón de Dios para nosotros. Jesús no murió en la cruz como los demás ajusticiados. En un momento dado entró en la muerte en estado consciente . Inclinó la cabeza y entregó su espíritu a Dios. Después, los hombres aún maltrataron su cuerpo; luego fue puesto en un sepulcro, el cual sus enemigos custodiaron con el mayor cuidado. Incluso sellaron la piedra que lo cerraba. Pero Jesús salió victorioso de la muerte y se presentó vivo ante sus discípulos. Más de 500 personas pudieron verle después de su resurrección. Les mostró las heridas de sus manos, de sus pies y de su costado. Jesús venció la muerte y fue elevado al cielo, tal y como lo había anunciado. De esa manera Dios mostró al mundo entero que había aceptado el sacrificio de Jesucristo. Ahora vive y salva a todos los que se acercan a Dios por medio de él.

martes, septiembre 11, 2007

¿Religión o Evangelio?

Arrepentíos, y creed en el evangelio.
Marcos 1:15.

El hombre no es justificado por las obras de la ley,
sino por la fe de Jesucristo.
Gálatas 2:16.
Existen varias religiones pero un solo Evangelio.
La religión es obra del hombre; el Evangelio es don de Dios.
La religión es lo que el hombre hace para Dios; el Evangelio es Dios haciendo todo por el hombre.
La religión es el hombre en busca de Dios; el Evangelio es Dios buscando al hombre.
La religión consiste en que el hombre suba la escalera de su propia justicia; el Evangelio dice que Dios bajó mediante la encarnación de Jesucristo para encontrar en el escalón más bajo a pecadores tales como nosotros.
La religión pretende manifestar la buena voluntad del hombre; el Evangelio es la buena nueva del amor de Dios.
La religión reforma lo exterior; el Evangelio transforma lo interior.
La religión blanquea la superficie; el Evangelio produce el nuevo nacimiento, es la verdadera vida.
El evangelio… es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree (Romanos 1:16). Jesús vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejosEfesios 2:17). ¿Cuál es esta buena nueva? Se trata del amor de Dios y de la salvación que él ofrece a los hombres por medio de Jesucristo. El hombre no está solo, ni dejado a sus propios recursos, pues Dios le tiende la mano. Aquel que cree en el Hijo de Dios recibe el perdón de sus pecados (Hechos 10:43). Nuestra fe es la plena confianza en un Salvador vivo.

lunes, septiembre 10, 2007

¿Por qué la prueba?


Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados (probados) más de lo que podéis resistir,
sino que dará también juntamente con la tentación la salida. 1 Corintios 10:13.
Bienaventurado el varón que soporta la tentación;

porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida. Santiago 1:12.
Para el estudiante, la prueba es un examen de sus conocimientos. En nuestra vida, la prueba siempre será el test de la fe enviado por Dios. Mientras ella invita al inconverso a buscar recursos fuera de sí mismo y a clamar a Dios, para el creyente se trata de un período de formación que le enseña a conocer mejor al Dios de toda consolación (2 Corintios 1:1-3) y sus recursos. También aprende a conocerse a sí mismo y a desarrollar los caracteres de paciencia, confianza en Dios y compasión. Siempre es una ocasión para progresar. Dios se manifiesta a nosotros a través de lo que él considera que necesitamos, en especial cuando nuestras oraciones se cambian en súplicas. Al volvernos a él, nos revela su gracia: El Señor es mi pastor; nada me faltará… Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo (Salmo 23). La prueba es el medio empleado por Dios para moldear nuestros corazones a menudo duros e incrédulos y para que confiemos en él. Nuestro Padre celestial quiere que comprendamos que en nosotros no hay ninguna fuerza y por ello debemos confiar completamente en él. En nuestras dificultades él permanece a nuestro lado (Salmo 34:18). Además, al ser consolados por Dios, nosotros mismos aprendemos a consolar a nuestro prójimo.

sábado, septiembre 08, 2007

La Flor.....

Así que, teniendo sustento y
abrigo, estemos contentos con esto.
1-Timoteo 6: 8
Había una joven muy rica, que tenía de todo, un marido maravilloso, hijos sanos, un empleo que le daba muchísimo bien, una familia unida. Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre estaba deficitaria en algún área. Si el trabajo le consumía mucho tiempo, ella lo quitaba de los hijos; si surgían problemas, ella dejaba de lado al marido... Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después. Hasta que un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: Una flor carísima y rarísima, de la cual sólo había un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo: "Hija, esta flor te va a ayudar mucho, ¡más de lo que te imaginas! Tan sólo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando, y a veces conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y esas maravillosas flores." La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza sin igual. Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, no le permitía cuidar de la flor. Ella llegaba a casa, miraba la flor y las flores todavía estaban allá, no mostraban señal de flaqueza o muerte, apenas estaban allá, lindas, perfumadas. Entonces ella pasaba de largo. Hasta que un día, sin más ni menos, la flor murió. Ella llegó a casa, ¡y se llevó el susto! Estaba completamente muerta, su raíz estaba reseca, sus flores caídas y sus hojas amarillas. La joven lloró mucho, y le contó a su padre lo que había ocurrido. Su padre entonces respondió: "Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, y no te puedo dar otra flor, porque no existe otra flor igual a esa, ella era única, al igual que tus hijos, tu marido y tu familia. Todos son bendiciones que el Señor te dio, pero tú tienes que aprender a regarlos, podarlos y darles atención, pues al igual que la flor, los sentimientos también mueren. Te acostumbraste a ver la flor siempre allí, siempre florida, siempre perfumada, y te olvidaste de cuidarla. ¡Cuida a las personas que amas! Acuérdate siempre de la flor, pues las bendiciones del Señor son como ella, Él nos da, pero nosotros tenemos que cuidar." Colaboración de Amory Dixon ( escaff-asociado@123.cl )

El Almuerzo.....

Y sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a
su propósito son llamados.
Romanos 8:28
Un minero Cristiano tenía su hora más especial en el trabajo -- era la hora del almuerzo, pues en ese momento él disfrutaba de la comida que con esmero le preparaba su amada y consentida esposa. Un día llegó a su hora especial y al destapar su almuerzo encontró el alimento más especial que hubiese preparado su esposa. Un almuerzo para deleite de cualquiera y envidia de algún otro marido, pues hasta el momento no había llevado una así; muy agradecido cerró sus ojos y oró mucho más que de costumbre en agradecimiento al SEÑOR por el alimento suministrado y por su preciosa esposa. Cuando terminó la oración y abrió sus ojos para consumir su merienda, ¡oh sorpresa!, el almuerzo había sido robado. En ese instante se llenó de rabia, levantó sus ojos al cielo y dijo: como así SEÑOR que mientras yo orando el diablo robando, pues acaso no te estaba agradeciendo...... ¡No entendía como había podido pasar esto! Como tenía mucha hambre y su casa estaba a más de 2 Km. de distancia, decidió ir a un restaurante. Allí pidió el mejor almuerzo, y luego sólo dijo: Señor la oración de la primera que cubra este almuerzo, y cuando empezaba apenas a comer he aquí una gran explosión se escuchó --- era la mina que había explotado. Ante tal impacto aquel varón sólo pudo exclamar gracias SEÑOR y de rodillas pedir perdón por no haber entendido en su momento la pérdida del almuerzo, pues, era para mantenerlo con vida. Y oró también por las familias de las personas que habían fallecido. Nada, en la vida del cristiano, es como se ve y se piensa. Para cada suceso en nuestra existencia DIOS tiene un propósito, y aunque en el instante no lo veamos, EL después nos lo enseñará. Colaboración de Amory Dixon ( escaff-asociado@123.cl )

Las relaciones con nuestro Dios

Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará, y yo le responderé;
con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré.
Salmo 91:14-15.
Para apreciar realmente las cualidades de una persona, es necesario haber estado con ella al menos un poco, particularmente en los momentos difíciles. No debemos, pues, fiarnos de nuestra primera impresión, sino esperar antes de hacernos una opinión. Ocurre lo mismo en nuestro trato con Dios: sólo una relación duradera permitirá que nos demos cuenta de su bondad y fidelidad. Entonces debemos preguntarnos: ¿Cómo conocemos a Dios? ¿Sólo lo conocemos de oídas, por medio de lo que nuestros padres, amigos o algunos responsables religiosos nos han dicho? ¿O le conocemos por experiencia propia, al tener con él una relación directa? La Escritura dice que quienes conocen a Dios confiarán en él (Salmo 9:10). Muchos piensan que Dios es un amo exigente o un juez severo; y esto prueba que no le conocen verdaderamente. No confían en él, porque no han comprendido su amor e ignoran quién es. Hoy día, por medio de Jesucristo, podemos conocer a Dios como nuestro Padre, nuestro consejero y nuestro Salvador. Acercándonos a él cada día por medio de nuestras oraciones y la lectura de la Biblia, somos alentados y fortalecidos. De este modo gustamos su bondad y sus liberaciones constatando que él es tan grande y nosotros tan pequeños que sólo podemos conocerle en parte. Pero él nos conoce a fondo, por nuestro nombre, y nos ama.

jueves, septiembre 06, 2007

La familia de Dios: El Padre (1)

Os escribo a vosotros,
hijitos,
porque habéis conocido al Padre.
1 Juan 2:13.
El Señor Jesús revela al Padre esencialmente en el evangelio de Juan: El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer (Juan 1:18). En Mateo 11:27 dice: Nadie conoce… al Padre… sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Pero, sobre todo, él habla del Padre, de su Padre, en sus últimas palabras (Juan capítulos 14 a 17). En los otros evangelios Jesús habla del Padre celestial, del Padre que está en los cielos cuidando de los suyos, en cierto modo, a distancia. En Juan 15:15 Jesús dice: Ya no os llamaré siervos… pero os he llamado amigos. Además, Él puede asegurarles un amor infinito: El Padre mismo os ama (Juan 16:27). Tuvo que llegar la mañana de la resurrección para que María Magdalena recibiera este mensaje de su Señor: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios (20:17). Esta revelación no está reservada a los cristianos más experimentados, pues el apóstol dice: Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre (1 Juan 2:13). Los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad (Juan 4:23). El Señor, con su obra perfecta, nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre (Apocalipsis 1:5-6). Al igual que el Hijo pudo decir: Abba, Padre (Marcos 14:36), nosotros también podemos decirlo ahora. No habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Romanos 8:15).

La familia de Dios: El Padre (2)

El Padre mismo os ama.
Juan 16:27.
Al final de su oración en Juan 17, Jesús dice, dirigiéndose al Padre: Les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos (v. 26). A lo largo de todo el Evangelio habla de el Padre, o mi Padre, pero a partir de la obra de la cruz y de su resurrección, dice: Subo a mi Padre y a vuestro Padre. No dice nuestro Padre, pues su relación con el Padre es más estrecha que la que pudieran disfrutar los suyos. Él sigue siendo el primogénito entre muchos hermanos; no obstante, la relación está establecida, y la comunión es expuesta en 1 Juan 1: Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo (v. 3). Comunión con el Padre acerca de su Hijo; comunión con el Hijo respecto a su Padre. Ser consciente de ello hace que el corazón sea completamente feliz desde ahora en esta tierra. Por eso el apóstol dice: Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido (v. 4). ¿En qué medida gozamos, día tras día, de esta comunión que puede ser disfrutada individualmente en la tranquilidad de un momento del día, y sobre todo colectivamente en el culto de adoración, en donde el himno eterno ha comenzado su entonación aquí en la tierra, exaltando y glorificando al Padre y al Hijo? En esos momentos, el Padre nos enseña la gloria del Hijo, y nosotros decimos al Padre todo lo que hemos encontrado en el Hijo. La comunión es tener sentimientos en común, intereses en común acerca de la misma persona, es decir, Cristo. Esto es lo que llena el corazón con agrado y gozo.

lunes, septiembre 03, 2007

Sea cual fuere....

Sea cual fuere la pregunta, Jesús es la respuesta.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad
y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 14:6

Sea cual fuere el problema, Jesús es la Solución.
Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas.
Mateo 11:28, 29
Sea cual fuere la herida, Jesús es el Sanador.
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados
de corazón; A pregonar libertad a los
cautivos, Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos
Lucas 4:18
Sea cual fuere la atadura, Jesús es el Libertador.
Dijo entonces Jesús a los judíos
que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos; y conoceréis la verdad,
y la verdad os hará libres.
Juan 8:31, 32
Sea cual fuere tu situación, Jesús es el Vencedor.
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad,
yo he vencido al mundo.
Juan 16:33
Sea cual fuere tu necesidad, Jesús es el Proveedor.
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá.
Mateo 7:7,8
Sea cual fuere el pecado, Jesús es el perdonador.
Pues para que sepáis que (Jesús) el Hijo del Hombre
tiene potestad en la tierra para perdonar pecados
(dice entonces al paralítico): Levántate,
toma tu cama, y vete a tu casa.
Mateo 9:6
Sea cual fuere el estado en que te encuentras hoy, Jesús quiere vivir en ti. Arrepiéntete de tus pecados, invitándolo a que more en tu corazón. Ora algo como lo siguiente:
'SEÑOR, SÉ QUE SOY PECADOR Y QUE LA VIDA SIN TI NO TIENE SENTIDO. TAMBIÉN SÉ QUE DISTE TU VIDA EN LA CRUZ POR MI, POR MIS PECADOS, Y CREO QUE TÚ RESUCITASTE PARA DARME LA VIDA ETERNA. EN ESTE MOMENTO ORO CON TODA MI ALMA ARREPINTIÉNDOME DE MIS PECADOS. JESUCRISTO TE ABRO AHORA, DE PAR EN PAR, LA PUERTA DE MI CORAZÓN Y TE RECIBO COMO EL SALVADOR DE MI ALMA Y EL SEÑOR DE MI VIDA. AMÉN'