Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
1 Tesalonicenses 5:17-18.
Cierta vez un predicador del Evangelio dijo que nunca había encontrado un matrimonio que hubiera decidido divorciarse, después de que los cónyuges se hubiesen arrodillado juntos cada día durante una semana. Cuando marido y mujer oran así, sus corazones se unen y los problemas se resuelven. La oración en común borra rencores y amargura, atando las almas en una nueva y feliz armonía. Un psiquiatra creyente escribió al respecto: «Sólo cuando marido y mujer buscan juntos seriamente la presencia de Dios, descubrirán el secreto de la verdadera armonía. La diferencia de temperamentos, ideas y gustos enriquecerá su vida en común, en vez de hacerla peligrar. Si cada cónyuge busca ver sus propios defectos en la presencia de Dios, si reconoce sus pecados y pide perdón al otro, sus problemas conyugales podrán solucionarse. Entonces marido y mujer aprenden a ser honestos el uno para con el otro. Este es el precio que deben pagar dos cónyuges que tienen aptitudes muy diferentes y quieren combinar sus cualidades en lugar de enfrentarlas. La oración puede restaurar un matrimonio que está a punto de romperse y también puede enriquecerlo cuando la comunicación y el cariño no son los que deberían ser. Vale la pena hacer la prueba».
Es la casa un paraíso cuando está el Señor;
Reina el gozo y la sonrisa, es hogar de amor.
La concordia y el afecto
Son dos perlas de valor,
Allí tienen dulce efecto cuando está el Señor.