jueves, agosto 30, 2007

No,

Proverbios 21:23
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
Santiago 1:19
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar
Proverbios 16:23
El corazón del sabio hace prudente su boca, Y añade gracia a sus labios.
Salmos 49:3
Mi boca hablará sabiduría, Y el pensamiento de mi corazón inteligencia.

-No, es No y hay una sola manera de decirlo. No. Sin admiración, sin interrogantes, ni puntos suspensivos.
-No, se dice de una sola manera. Es corto rápido, monocorde, sobrio y escueto.
-No, se dice una sola vez. Con la misma entonación.
-Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No.
-Un No que necesita de explicaciones justificadoras, no es No.
-No, tiene brevedad.
-No, no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser.
-No, aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
-No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
-No, no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena, aún menos con satisfacción.
-No, es No.
Cuándo el No es No, se mirará a los ojos y el No se descolgará naturalmente de los labios. La voz del No, no es trémula, vacilante, ni agresiva, no deja lugar a dudas. Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección al futuro. Y sólo quién sabe decir No, puede decir Si.

lunes, agosto 27, 2007

Las virtudes de la sangre de Cristo

Sin derramamiento de sangre no se hace remisión
Hebreos 9:22.
Cuando la sangre fluyó de su costado, Cristo estaba dando su vida por los pecadores. Los cristianos tienen en común el hecho de ser salvos por la preciosa sangre de Jesucristo.
He aquí algunas de las virtudes de esa sangre derramada que borra nuestros pecados. Gracias a ello somos:

Perdonados: tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Efesios 1:7)
Lavados: nos lavó de nuestros pecados con su sangre (Apocalipsis 1:5)
Purificados: la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7)
Justificados: Justificados en su sangre, por él seremos salvos (Romanos 5:9)
Comprados: con tu sangre nos has redimido para Dios (Apocalipsis 5:9); habéis sido comprados por precio (1 Corintios 6:20)
Reconciliados con Dios: mediante la sangre de su cruz (Colosenses 1:20); Hechos cercanos por la sangre de Cristo (Efesios 2:13)
Introducidos en la presencia de Dios: teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo (Hebreos 10:19)
Liberados de la esclavitud del diablo: fuisteis rescatados… con la sangre preciosa de Cristo (1 Pedro 1:18-19)
Santificados: es decir, puestos aparte para ser consagrados a Dios, por medio de la sangre en la cual fuimos santificados (Hebreos 10:29)

Un cambio notable

La palabra de Dios es viva y eficaz,
y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu.
Hebreos 4:12.
En tiempo del gobierno comunista en Rumania, una mujer trabajaba como agente de policía en una prisión y su marido como administrador de la misma. Cierta vez, cuando éste viajaba en tren, un creyente se sentó a su lado y le regaló una Biblia. Cuando llegó a casa, le mostró la Biblia a su mujer. Ésta le reprochó, diciendo: –Si alguien descubre que tenemos una Biblia, ¡ambos perderemos nuestro trabajo! Furiosa, despedazó el libro y lo echó a la basura. Al día siguiente contó a una amiga lo ocurrido, y como ésta nunca había visto una Biblia, le pidió que le diera el libro. La agente lo sacó de la basura y se lo entregó. Una semana después la mujer policía tuvo un accidente. Mientras yacía en el hospital y padecía fuertes dolores, pensaba una y otra vez por qué había tirado la Biblia. En un sueño le pareció oír que debía pedir el libro y leerlo. A la mañana siguiente pidió que su amiga le devolviera la Biblia y la leyó atentamente. Poco después se arrepintió de sus pecados y aceptó al Señor Jesús como su Salvador personal. A pesar de las amenazas de sus parientes incrédulos, ella permaneció fiel a su fe. Se hizo bautizar y no se perdía ninguna reunión cristiana. Una vez más se comprueba la exactitud de este versículo: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11).

sábado, agosto 25, 2007

Dios, mi Creador

No hay Dios fuera de mí…
que se sepa desde el nacimiento del sol,
y hasta donde se pone, que no hay más que yo…
que formo la luz y creo las tinieblas…
soy el que hago todo esto.
Isaías 45:5-7.

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
Job 38:4.
¿Dios existe o es sólo una invención de los hombres? Si existe, acepto que no puedo comprenderlo ni explicarlo, y que sólo puedo conocerlo si él se quiere dar a conocer. Si no existe, estoy obligado a creer que yo existo por casualidad, gracias a un proceso evolutivo que por azar, partiendo de la nada, produce una obra de arte, violando constantemente las leyes fundamentales de la ciencia y del simple sentido común. ¿Acaso usted ha constatado que al dejar las cosas abandonadas se mejoran por sí mismas? ¡Yo no! Ignorando la revelación bíblica, hombres y pueblos se imaginaron a dioses a menudo semejantes a ellos mismos. El Dios de la Biblia se presenta como el único y verdadero Dios, barriendo de un solo golpe todas las concepciones humanas. Él es eterno (sin principio ni fin), omnisciente (sabe todo), omnipotente (todopoderoso), omnipresente (presente en todo lugar), infinito (no tiene ninguna limitación), inmutable (no cambia). Él es santo y justo, es luz, es espíritu (Juan 4:24), pero se revela a los seres humanos, pues obra según un plan. Tiene la capacidad de comunicarse y hablar a los hombres. El Dios de la Biblia tiene sentimientos porque es amor. Él me ama y lo ama a usted tal como es. No sólo es mi Creador y su Creador, sino el único Dios Salvador.

viernes, agosto 17, 2007

Amigo verdadero

Proverbios 18:24
"El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo: Y amigo hay más conjunto que el hermano."

Un amigo SENCILLO nunca te ha visto llorar.
Un amigo VERDADERO tiene los hombros húmedos por causa de tus lágrimas.

Un amigo SENCILLO no conoce los nombres de tus padres.
Un amigo VERDADERO tiene sus números de teléfono en su libreta de direcciones.

Un amigo SENCILLO trae bebidas a tu fiesta.
Un amigo VERDADERO llega temprano para ayudarte a cocinar y se queda hasta tarde para ayudarte a limpiar.

Un amigo SENCILLO odia cuando le llamas después de haberse acostado.
Un amigo VERDADERO te pregunta por qué te tardaste tanto en llamar.

Un amigo SENCILLO procura hablar contigo acerca de tus problemas.
Un amigo VERDADERO procura ayudarte con tus problemas.

Un amigo SENCILLO, al visitarte, actúa como un invitado.
Un amigo VERDADERO abre el refrigerador y toma lo que necesita.

Un amigo SENCILLO piensa que ha terminado la amistad después de un argumento.
Un amigo VERDADERO sabe que no tienen una amistad sino hasta después de haber tenido una pelea.

Un amigo SENCILLO espera que siempre estés ahí para Él o ella.
Un amigo VERDADERO siempre estará ahí para ti.

Orar juntos

Orad sin cesar.

Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

1 Tesalonicenses 5:17-18.

Cierta vez un predicador del Evangelio dijo que nunca había encontrado un matrimonio que hubiera decidido divorciarse, después de que los cónyuges se hubiesen arrodillado juntos cada día durante una semana. Cuando marido y mujer oran así, sus corazones se unen y los problemas se resuelven. La oración en común borra rencores y amargura, atando las almas en una nueva y feliz armonía. Un psiquiatra creyente escribió al respecto: «Sólo cuando marido y mujer buscan juntos seriamente la presencia de Dios, descubrirán el secreto de la verdadera armonía. La diferencia de temperamentos, ideas y gustos enriquecerá su vida en común, en vez de hacerla peligrar. Si cada cónyuge busca ver sus propios defectos en la presencia de Dios, si reconoce sus pecados y pide perdón al otro, sus problemas conyugales podrán solucionarse. Entonces marido y mujer aprenden a ser honestos el uno para con el otro. Este es el precio que deben pagar dos cónyuges que tienen aptitudes muy diferentes y quieren combinar sus cualidades en lugar de enfrentarlas. La oración puede restaurar un matrimonio que está a punto de romperse y también puede enriquecerlo cuando la comunicación y el cariño no son los que deberían ser. Vale la pena hacer la prueba».

Es la casa un paraíso cuando está el Señor;
Reina el gozo y la sonrisa, es hogar de amor.

La concordia y el afecto
Son dos perlas de valor,
Allí tienen dulce efecto cuando está el Señor.

jueves, agosto 16, 2007

La raíz del problema

Debemos ser diligentes en cultivar la relación con el Señor, y evitar ante todo seguir malos caminos.

«Este pueblo de labios me honra»
Texto Bíblico base: Mateo 15:1-20

Jesús revela, en las frases finales de esta enseñanza, la razón por la cual no resulta eficaz adherirse a rituales de purificación que se concentran en el plano físico y externo de las personas. La limpieza que se logra al lavarse las manos antes de comer no alcanza la dimensión que más requiere una purga: el corazón. «Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias», señala Jesús. «Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre». (19?20) El término corazón en este pasaje no se refiere al órgano físico del cuerpo humano, pues, si así fuera, se necesitaría una limpieza con algún método más sofisticado que el lavarse las manos. Más bien la palabra corazón se refiere al centro de la vida espiritual, aquella parte nuestra que nos permite relacionarnos con nuestro Creador. Es el plano en el cual experimentamos gozo, tristeza, alegría, angustia y euforia y que nos distingue de los otros seres creados. En efecto, el corazón (en ocasiones llamado el espíritu o el alma) se refiere a aquel centro en el cual logra integrarse, en toda su intensidad, la vida misma. El corazón es la dimensión del hombre que más dramáticamente quedó afectada por la caída. El profeta Jeremías declara que «más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio» (17.9). El pecado le ha robado su sensibilidad en cuanto a los asuntos espirituales y, así, se ha vuelto duro y rebelde. Por ser el centro de la vida contamina todo lo que hacemos, y por eso muchas de nuestras acciones resultan manchadas de maldad y egoísmo. De hecho, Jesús no duda, en la escena que hemos considerado esta semana, en declarar que todos los actos perversos que vemos a nuestro alrededor tienen sus raíces en la condición enferma de nuestros corazones. Ver artículo completo en www.desarrollocristiano.com/


martes, agosto 14, 2007

Jesucristo, la Verdad personificada

Le dijeron: ¿Tú quién eres?
Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.
Juan 8:25.

He venido al mundo,
para dar testimonio a la verdad.
Juan 18:37.
El Señor Jesús nunca hablaba ni obraba fuera de la dependencia de su Padre y sin la espontánea sumisión a la voluntad divina. De esa manera cada palabra y cada acto suyo eran la revelación y la representación del Padre que le había enviado. Por un lado, esto demuestra la magnífica perfección de nuestro Señor, y por otro, se ve el triste contraste con nuestra propia imperfección. Así como él era divinamente perfecto, también lo eran sus palabras y sus obras. No había diferencia entre sus dichos, hechos y obras. Por eso cuando los judíos le preguntaron: ¿Tú quién eres?, él contestó: Lo que desde el principio os he dicho. Él era la verdad, hablaba la verdad y la manifestaba; o dicho de otro modo, él era la verdad en persona. A menudo nuestras palabras no son veraces o no contienen toda la verdad, o al contrario, van más allá de ella. ¡Cuántas veces deshonramos al Señor por este motivo! En cambio cada palabra del Señor Jesús era la verdad, por eso era al mismo tiempo un rayo de su gloria personal y una revelación del Padre. Y este también era el caso para cada una de sus obras. Por eso pudo decir: Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras (Juan 14:10). ¡Qué privilegio de tener a un Amigo tan veraz!

Corrupción y violencia

Se corrompió la tierra delante de Dios,
y estaba la tierra llena de violencia.
Génesis 6:11.

¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen,
y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
Romanos 2:3-4.
Antes del diluvio, Dios declaró cómo veía la tierra: corrupta y llena de violencia. Los hombres que la habitan actualmente, ¿han cambiado? Se sigue sufriendo la violencia y de buena gana se la denuncia; se trata de combatirla. ¡Cuántos organismos, conferencias y discusiones procuran con esfuerzo detener esta plaga en tal o cual punto del mundo… incluso en la escuela y en las familias! Asimismo, frecuentemente se descubren asuntos de corrupción y abusos en la administración de los bienes públicos. Todos quisiéramos que desapareciesen estos problemas. Dios es perfectamente consciente de los sufrimientos de la humanidad. Es paciente, pero se acerca el día en que pedirá cuenta a los hombres. Sacará a luz todos nuestros hechos. No juzgará según las leyes humanas que a veces son tan injustas permitiendo actos que Dios condena. Si analizamos la situación honestamente, aun nuestra conciencia nos acusa. Pero quien reconoce que ha pecado y le da la razón a Dios en esto, sabe que Él le dio una solución para que no sea condenado. Jesús dijo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida (Juan 5:24).

sábado, agosto 11, 2007

No lo deje enmohecer

El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida.
Juan 6:33-35.
Cierto día, una joven le pidió a un creyente que escribiera una breve dedicatoria en la Biblia que sus padres le habían regalado. Sin embargo, en ella ya se hallaba la siguiente inscripción: Yo soy el pan de vida. El creyente simplemente agregó estas palabras: «No lo deje enmohecer». La Biblia es el libro más traducido en el mundo, pero también es el más atacado; sin embargo, su emisión aumenta cada año. Es una verdadera biblioteca que abarca sesenta y seis libros, escritos por más de cuarenta autores en un período de unos 1500 años. No fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:21). Toda ella presenta una unidad inigualable, centrada en una persona única: Jesucristo. Le declara al hombre que es un pecador, y le muestra el camino de la salvación. También es el alimento espiritual del creyente, quien tiene la responsabilidad de escudriñarla y así nutrirse constantemente de ella.

En tu Palabra, ¡oh Padre Dios,
qué bella luz se ve!
Bendita, celestial porción,
gozada por la fe.

Aquí del Redentor la voz
alegra el corazón;
la dulce voz del buen Pastor
que trae salvación.


Los instrumentos de Dios

Abres tu mano,
y colmas de bendición a todo ser viviente.
Salmo 145:16.
Un creyente que murió hace tiempo, a la edad de 94 años, nos contó un suceso que ocurrió en Escocia en una época de gran pobreza. Una anciana oraba en su pequeña casa pidiendo al Señor que le mandara pan. Unos muchachos que pasaban por allí la vieron arrodillada y se acercaron para oír lo que decía. Entonces se les ocurrió ir a la aldea y comprar un gran pan; luego subieron al techo de la choza y lo arrojaron por la chimenea. Cuando la mujer oyó caer el pan, se levantó, lo tomó y lo puso sobre la mesa. Luego volvió a arrodillarse y agradeció a Dios por haber oído su oración. Fuera, los muchachos no querían renunciar al reconocimiento de su «buena obra» y gritaron en alta voz: –¡Abuela, no fue el Señor, fuimos nosotros! –No, no, repuso ella, el Señor me lo mandó, aun cuando fueron ustedes quienes me lo trajeron. Tenía razón, Dios impulsó a los muchachos a obrar, aun cuando no lo entendieron. Los milagros que Dios hace rara vez son de índole sobrenatural. Sus medios son ilimitados y a menudo emplea a personas que no tienen ni idea de que son su instrumento en ese momento. También utiliza circunstancias que muchos llaman casualidad. Sólo a quienes viven con Dios y le confían todo, se les abren los ojos. Así pueden agradecerle por su intervención, y la gratitud enriquece interiormente al ser humano más que cualquier riqueza material. Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios Salmo (68:19).

jueves, agosto 09, 2007

El Varón de Dolores

Como se asombraron de ti muchos,
de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer,
y su hermosura más que la de los hijos de los hombres,
así asombrará él a muchas naciones.

Isaías 52:14-15.
¿Qué fue lo que desfiguró a tal punto el aspecto del Señor Jesús como hombre? Fue el trato cruel que le dieron los hombres al manifestarle su odio. Esto empezó cuando los dirigentes del pueblo le escupieron en la cara. Pero no se contentaron con esto: le cubrieron el rostro y le dieron puñetazos, diciendo: Profetiza (Marcos 14:65). Luego lo llevaron atado a Pilato, el gobernador y juez romano, quien después de un breve interrogatorio mandó que lo azotasen: un trato cruel que dejaba la espalda sangrando. Para burlarse de él y aumentar sus sufrimientos, los soldados tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, luego lo golpearon con una caña. ¡Qué suplicio! Y por último, el Señor tuvo que padecer la crucifixión. Cada golpe que hacía penetrar los clavos en sus manos y en sus pies debió haberle ocasionado terribles dolores. ¡Qué espantosos debieron haber sido sus sufrimientos, cuando el peso de su cuerpo colgaba de esos clavos! Nuestro Salvador aguantó calladamente todo ese cruel maltrato. Así fue desfigurado su parecer: su rostro marcado por los golpes, el cuerpo sangrando a causa de los azotes, la cabeza lastimada por la corona de espinas, las manos y los pies heridos por los clavos. Este era el cuadro que veían los que pasaban cerca de la cruz. ¡Con cuanta exactitud se cumplió la profecía de Isaías acerca del doliente Mesías!

Un valiente testimonio

A cualquiera, pues,
que me confiese delante de los hombres,
yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Mateo 10:32.

Muchos creyeron en él;
pero a causa de los fariseos no lo confesaban…
Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
Juan 12:42-43.
Un rey de Prusia, Federico el Grande, tenía mucha estima por von Ziethen, uno de sus generales. A menudo lo invitaba a su mesa y lo hacía sentar a su lado. Pero un día, Ziethen rehusó la invitación del rey explicándole que debía asistir a un culto en el que debía tomar la santa cena. Poco después el rey volvió a invitarlo y le preguntó: –Dígame, Ziethen, la invitación de su Señor, ¿fue mejor que la mía?, y agregó palabras irrespetuosas que preferimos no repetir. Todos los invitados rieron. Ziethen se levantó y con voz firme respondió al soberano: –Su majestad sabe qué estima tengo por usted y de qué abnegación sería capaz para satisfacerlo. Pero hay alguien que está por encima de usted: es el Salvador del mundo. No permitiré que se burlen de él, porque en él descansan mi fe y mi esperanza. Todos los presentes quedaron estupefactos. El rey tendió la mano a su general y le dijo: –¡Qué feliz es usted, Ziethen, admiro su fe! Es de desear que ella no lo abandone. Esto no volverá a ocurrir. El rey salió de la sala e invitó a Ziethen a su despacho. Nunca se supo lo que allí hablaron estos dos hombres. Pero este vigoroso testimonio es un hermoso ejemplo para nosotros los cristianos. A menudo, cuando se presenta la oportunidad, ¿no nos falta el valor para declarar lo que Jesús es para nosotros?

Limpieza perfecta

La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Juan 1:7.

Cierta noche, durante una predicación del Evangelio, una joven alcohólica y drogadicta respondió al llamado de Dios y aceptó a Jesús como su Salvador y Señor. Enseguida su cambio fue evidente. Llegó a ser un miembro fiel de la congregación y con el tiempo fue maestra de escuela dominical de los niños pequeños. Después de algún tiempo un joven creyente se sintió atraído por ella y pronto empezaron a tener proyectos de casamiento. Sin embargo, algunas personas pensaban que una mujer con semejante pasado no era adecuada para un joven como él. Hubo muchas discusiones y como la tensión aumentaba, la joven se turbó y empezó a llorar. El joven se interpuso diciendo: Lo que ustedes están poniendo en tela de juicio no es el pasado de mi prometida, sino el poder de la sangre de Cristo para limpiar los pecados. Ustedes dudan de la eficacia de su sangre. Ella purifica de todo pecado, ¿sí o no? Entonces, aquellas personas se dieron cuenta de que habían denigrado la obra de Cristo. El perdón es una parte fundamental del Evangelio. Si la sangre de Cristo no pudiera limpiar completamente a cualquier pecador arrepentido, ¿qué seguridad tendríamos de nuestra propia salvación? La Palabra de Dios es tajante: La sangre de Jesucristo (el Hijo de Dios) nos limpia de todo pecado… Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:7, 9). El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados (Miqueas 7:19).


El Libro

Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos.
Salmo 119:162.

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca.
Salmo 119:103.

Damos gracias a Dios,
de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros,
la recibisteis no como palabra de hombres,
sino según es en verdad,
la palabra de Dios.
1 Tesalonicenses 2:13.
El escritor escocés Walter Scott (1771-1832) es el autor de más de sesenta obras populares. Estando en el lecho de muerte pidió a su yerno que le trajera “el Libro”. Como tenía una inmensa biblioteca, su yerno quedó sorprendido por la imprecisión del pedido y preguntó: –¿Qué libro? Scott respondió: –Sólo hay un Libro, y señaló la Santa Biblia. Al final de su vida, el gran escritor valoraba con precisión la importancia de la Palabra de Dios. «El Libro» ocupaba el primer lugar entre todos los demás libros. Abraham Lincoln escribió: «Creo que la Biblia es el mejor regalo que Dios haya dado al hombre. Todo lo excelente que el Salvador del mundo tenía para nosotros está contenido en el Libro». Totalmente equivocado, el escritor francés ateo Voltaire declaró hace más de dos siglos: «Dentro de cien años, la Biblia será tan anticuada como el almanaque del año pasado». Permítanos preguntarle, amigo lector: La Biblia, ¿qué es para usted? ¿Ha recibido su mensaje? ¿La ha leído alguna vez? ¿Pasará indiferente al lado de tan grande tesoro?