"Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo."
Efesios 2:1, 4-5, 8-10, 12-13 RVR1960
Debido a que Dios es omnipotente, omnisciente y omnipresente, todo, tanto en el ámbito natural como en el espiritual, está bajo su control absoluto. Eso incluye nuestra salvación. No importa cuántas veces hayamos tratado de alejarnos del Señor, Él continúa buscándonos con su gracia y soberanía.
El Señor ha hecho un llamado universal invitando a toda la humanidad a venir a Él. La Biblia dice que no es su voluntad que nadie perezca, ni se complace en la muerte de los inicuos (2 Pedro 3.9; Ezequiel 33.11). Él desea que todos lleguemos al conocimiento de la verdad, es decir, de que hay un solo Dios, de que el pecado nos separa de Él, y de que solo la fe en el Señor Jesucristo nos reconcilia con Él (1 Timoteo 2.4-6).
No podemos atribuirnos el mérito de nuestra salvación; la Palabra de Dios dice que ninguno de nosotros busca a Dios (Romanos 3.11). En cambio, el deseo de conocerlo viene a través de la obra del Espíritu de convencer los corazones y dar la fe para creer en Cristo como Salvador. Cada paso de la salvación —desde el primero hasta el último— le pertenece a Dios.
Ningún plan de nuestro Padre celestial puede ser detenido, así que pídale al Espíritu Santo que le ayude a comprender la inmensidad de la gracia de Dios, de su amor y de su misericordia.
Dios te bendiga.