"Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa."
Lucas 9 59-61.
Son muy frecuentes las razones o excusas que la gente utiliza para justificar su renuencia de servirle al Señor, por ejemplo: tengo mucho trabajo, tengo que estudiar, aún no me quiero comprometer, estoy muy joven, y así un sinfín de pretextos que se resumen en uno solo “No tengo tiempo”. La realidad es que los afanes de este mundo y todo aquello que demanda tiempo y esfuerzo han tomado el lugar que le corresponde a Dios, y hoy la gran mayoría de la humanidad ha desplazado a su Creador de sus vidas. Y si de algo podemos estar seguros es que Dios jamás obligará a nadie a volver su a mirada a Él, y tampoco obligaría a nadie a llevar una vida que sea de su agrado, por el contrario, nos dio la capacidad de elegir lo que queremos hacer, de manera que, todo aquel que decide servirle y honrarle lo hace como una pequeña muestra de agradecimiento por lo que Él es.
La excusa se ha vuelto en uno de los vicios más grandes que podemos ver en el mundo. Nos hemos vuelto adictos a las excusas y estas se han convertido en un hábito que no podemos controlar. La excusa está muy asociada a la mentira y al engaño, y por ende, al pecado. Cada vez que le ponemos una
excusa a Dios, le estamos diciendo, tú no eres importante para mí y cada vez que le huimos a Dios y a sus planes nos estamos negando la oportunidad de ser bendecidos.
Unas de los aspectos que revelan las excusas son: cuales son las cosas más importantes en nuestras vidas. Cuando una persona no le pone excusa a algo, es porque ese algo es muy importante para su vida, por esta razón una pequeña excusa es capaz de definir todas nuestras prioridades, de manera que cuando una persona no le pone excusas a los asuntos de Dios es porque Él es su máxima prioridad.
La única forma de dejar atrás los pretextos es tener claro cuáles son nuestras prioridades. Si Dios no ocupa el primer lugar pasaremos toda la vida poniéndole excusas para nunca venir a sus caminos o nunca comprometernos con sus planes para este mundo. Dios nos creo y con todo su poder nos hizo, por lo que también es poderoso para ayudarnos a llevar a cabo su obra, no pongamos más excusa y dejémonos usar por nuestro gran Dios creador.
Dios te Bendiga.