«Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.»
Gálatas 6:10
«Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.»
Efesios 2:10
La política, bien entendida, se trata de cómo los grupos humanos organizan sus asuntos. La Biblia enseña que el gobierno es designado por Dios. En Romanos 13:1-7, Pablo describe a las autoridades gubernamentales como “ministros de Dios” y dice que son responsables de administrar la justicia civil. Aun cuando Dios es soberano, Él decide usar gobiernos humanos para llevar a cabo Su Voluntad dentro de la esfera civil. Una sociedad próspera beneficiaría tanto al pueblo de Dios como a todos. La exhortación a participar en las “buenas obras” tiene un sentido público y, por lo tanto, es inevitablemente política. Las decisiones tomadas por quienes sirven en cargos públicos tienen un profundo impacto en la vida de las personas. En consecuencia, una cosmovisión cristiana reconoce que las “buenas obras” de los creyentes deben incluir a todas las áreas de la vida, incluyendo la política, que es un área con enormes implicaciones para el evangelismo cristiano, las misiones y la libertad de predicar el evangelio.
El papel tan importante que ejerce el gobierno en la sociedad, es una de las razones por que los cristianos deberían interesarse en el proceso político. El concepto de gobierno fue establecido por Dios, y los cristianos deberían considerar esto y participar en éste de manera coherente con el propósito ordenado por Dios.
Como cristianos, tenemos muchas razones para interesarnos por nuestro gobierno y el proceso político. Participar en la política no sólo es inevitable, también es una oportunidad para honrar a Dios y mostrar amor a nuestro prójimo. Con nuestro derecho al voto, tenemos una oportunidad y deber únicos de influenciar el proceso político. Debemos, por lo tanto, abordar con oración el tema de la participación política y buscar el consejo divino. Debemos filtrar todos los temas, candidatos y plataformas de los partidos políticos a través de una cosmovisión cristiana y someterlos a la Palabra de Dios. ¿De qué asuntos políticos o morales habla la Biblia? ¿Hay políticas públicas explícitamente prohibidas por la Biblia? ¿Existen áreas en las cuales los cristianos bien intencionados pudieran estar en desacuerdo? Estas son preguntas importantes, y los cristianos deben tener la libertad de reflexionar en ellas con claridad y sabiduría bíblicas.
Votar es una cuestión de mayordomía, y los cristianos deben ser alentados y equipados para administrar su voto de una manera que honre a Dios y ame a su prójimo. El evangelio se aplica a todas las áreas de la vida, incluidas la política y las políticas públicas, y debemos establecer una conexión entre los principios bíblicos y las responsabilidades políticas. En otras palabras, no es suficiente orar por los candidatos y hablar sobre un puñado de asuntos cuando existe la capacidad de hacer más.
Impulsados por el amor a nuestro prójimo y por el deseo de administrar los dones y las responsabilidades que Dios nos ha confiado, como cristianos debemos participar en el proceso político. Pero debemos participar bíblicamente. Y esto requiere que estemos preparados para lidiar con los problemas morales de nuestros días, la realidad de un sistema político, y seguir nuestras convicciones cristianas hasta el final, votando de manera lógica por candidatos y partidos que apoyen valores bíblicos claros.
Dios te bendiga.