Aun si no te consideras una persona creativa, todos somos en el fondo seres creativos. ¿Recuerdas cuando eras un(a) niño(a)?
Recuerdo que, cuando tenía 8 años, tuvimos que
crear un librito para la clase de español en el colegio. Todos los días
teníamos que escribir en una hoja de papel las nuevas palabras y expresiones
que aprendíamos. Teníamos que hacerlo de la manera más limpia y bonita posible,
incluyendo pequeños dibujos y usando colores. Al final del curso, juntamos
todas las páginas y las atamos con una bonita cinta. Acabábamos de crear
nuestro primer librito. Lo guardé por mucho tiempo y recuerdo que la calidad de este no era muy impresionante: los colores perdieron
su fuerza, los dibujos eran simples y en algunas partes se podía ver líquido corrector en muchas páginas. Sin
embargo, cada vez que lo veía recordaba todo el amor que le puse cuando lo creé.
Quizá pienses que tu vida tampoco es muy
excepcional. Probablemente, si recorres las páginas del libro de tu vida,
también encontrarás sueños que perdieron su color, proyectos que no salieron
como esperabas, errores que has tratado de solucionar de la mejor manera
posible...
Puede que sientas que tu vida está hecha pedazos,
y que no tiene un gran valor para Dios, pero déjame decirte algo: Dios recuerda
todo el amor que sintió por ti cuando te creó. Los pedazos de tu vida son
una obra maestra para Él. Y puedes estar seguro(a) de una
cosa: Él jamás te desechará, porque te promete: “No te dejaré, ni te
desampararé” (Josué 1:5).