Las hienas no son precisamente los animales más agradables con los que deseemos cruzarnos.
Recuerdo una película que vi cuando era pequeño,
en la que dos niños de una aldea africana se pierden y tratan de encontrarse de
nuevo con su padre. Su padre les había enseñado que, si se cruzaban con una
hiena, tenían que agarrar algo y ponérselo en la cabeza, para aparentar ser más
grandes. Así las hienas tendrían miedo y se marcharían. El momento gracioso
viene cuando uno de los niños agarra la corteza de un árbol y se la pone en la
cabeza. Todo parece funcionar, hasta que la corteza se parte repentinamente por
la mitad. En ese momento, solo les quedaba una solución: ¡huir!
La Biblia dice “Sed
sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar. Resistidlo firmes en la fe...” (1 Pedro 5:8-9).
No te hace falta aparentar frente a ese “león”.
No tienes que fingir ser más alto o más fuerte de lo que eres. No tienes
tampoco que salir huyendo: puedes hacerle frente al enemigo y resistirle hoy
mismo tal y como eres, por medio de la fe.
Como dice también Santiago 4:7 “Resistid
al diablo, y huirá de vosotros”. ¡Tu fe hace huir al diablo!
Empieza
a declarar con tus labios las promesas de Dios para tu vida, y rechaza por
medio de la fe todos esos miedos y mentiras que el enemigo ha intentado poner
en ti. ¡Eres más que vencedor en Jesús!