domingo, mayo 04, 2008

Haz cambios y verás tú victoria


1 Pedro 5:6: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que, llegado el momento, Él los levante”.

Con frecuencia le pedimos a Dios que cambie situaciones a nuestro alrededor que nos perjudican. Pueden ser problemas familiares, enfermedades, deudas, pobreza, angustias. Y la respuesta de Dios es que nos humillemos bajo Su poderosa mano. Pensamos, “¿Qué puedo hacer yo, si soy la víctima de esta situación?” “Yo ya no puedo hacer nada, Dios es soberano y todo lo sabe”. Pero esto no es humildad; esto es ignorancia y resignación, dejar las cosas libradas al azar. Humillarse a Dios significa actuar en Su Palabra, que si hay una enfermedad decreto: “Por la llaga de Jesús he sido sanado”. La sanidad te pertenece y Dios te levantará, te exaltará cuando llegue el momento. Si hay deuda o escasez, decreto: “Jesús se hizo pobre para que yo fuese enriquecido” “administraré sabiamente las riquezas”, y esto no es soberbia, esto es la verdad de la Palabra de Dios. Jesús es la Palabra y Él ya hizo la obra completa. No reconocerla, aceptarla y vivirla, es orgullo. Si tuviste problemas con alguien, perdona. Dios se encargará de levantarte cuando camines en obediencia absoluta a Su Palabra. Muchas veces queremos que las cosas cambien sin tener nosotros que poner mucho de nuestra parte. Siempre es el otro el que debe cambiar. Pero para Dios las cosas no son así. No es el país, la vecina, la pareja o el jefe los que tienen la culpa de nuestras desgracias. Acá hay un enemigo satanás y es a él a quien no debemos permitirle influenciar nuestras vidas manteniendo conceptos equivocados. Es nuestra responsabilidad realizar cambios en nuestros pensamientos y estilos de vida. Cada cambio en dirección correcta te habilitará para alcanzar un nuevo nivel de revelación. Y cuando comencemos a hacerlos guiados por el Espíritu Santo, obstáculos se van a querer levantar, pero con Dios los superaremos:

1. El orgullo que quiere mantenernos en nuestra propia opinión y métodos. Nos impide cambiar para mejor. Nos lleva a exaltarnos sobre los demás con arrogancia y en lugar de crecer; fracasamos, caemos (Pr.16:18). Mantenernos en esta actitud nos perjudicará. Siempre podemos crecer y superarnos con humildad, dependiendo del Señor, que es la fuente de ayuda para los cambios.

2. El temor al fracaso Ya sea en cambiar nuestra actitud, vocación, trabajo o cualquier otra cosa. Es preferible dar un paso hacia la victoria que quedarse en el lugar de la destrucción. ¡Anímate! Vence el temor. Tienes toda la ayuda del Espíritu Santo para dar ese paso de fe.

3. El egoísmo. Cuando comiences a hacer decisiones de cambio una pregunta surgirá: ¿Y yo? ¿Por qué yo? ¿Por qué no cambia el otro? Los cambios deben ser pensados para el bien del prójimo y de la siguiente generación. No te olvides que cuando estás haciendo algo por otro estás actuando en la ley de la siembra y la cosecha, ¡Y todo lo que hagas se te devolverá en abundancia!

Haz una decisión de calidad para cambiar en la dirección divina y recibirás satisfacción abundante. Dios te levantará en el momento llegado y cuando Dios abre una puerta ¡Nadie la puede cerrar! ¡Aleluya!

“Padre celestial, ayúdame a cambiar. Ilumíname con Tu Palabra para alcanzar mayor excelencia. Estoy dispuesto a hacer cambios de bendición. En el Nombre Poderoso de Jesús, amén”.