¿Te parece esto una sugerencia o un mandato? En realidad es un mandato ¡Dios quiere que siempre nos regocijemos en Él! En todo tiempo, debemos regocijarnos. El gozo es un fruto del Espíritu y ya está dentro de tu vida. El gozo no depende de lo que te rodea o de cómo te sientas. El gozo es una verdadera fuerza espiritual, tan necesaria como la fe y el amor para vivir la vida de victoria que Dios te preparó. El gozo del Señor es la fuente de fortaleza que necesitas para moverte con la fe en las promesas. El gozo te impulsa y te mantiene, es por eso que el diablo quiere verte siempre amargado y desanimado, con la cara larga, porque si te quita las fuerzas te logra derrotar. Tú eres un vencedor. Mira a Jesús, la Palabra dice que “con el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Ves, Jesús usó este poder para llegar a la meta del Padre. Seguramente las situaciones que pasó el Señor no eran para estar riéndose a carcajadas y es más, tendría motivos suficientes para quejarse y amargarse por lo que debía pasar. Pero Él conocía el poder del gozo de Dios. El gozo se manifiesta cuando miras las Promesas y pones tu seguridad en ellas y no en lo que ves. Pablo y Silas estaban encarcelados, pero alababan a Dios sabiendo que Él era poderoso para librarlos. Y qué ocurrió, ¡la prisión se abrió! Si en este momento estás pasando por una enfermedad, tienes deudas, estás deprimido, si perdiste las fuerzas y las ganas de continuar, es tiempo que pongas tus ojos en las Promesas de Dios y le des gracias porque tu problema ya fue solucionado. Y tú respuesta ya está en camino. Desarrolla el gozo del Señor, declara la victoria sobre tu problema y muévete en fe. Decídete gozarte en Dios y no habrá nada que el diablo pueda hacer para robarte tu victoria ¡Aleluya!
“Padre celestial, me regocijo en Ti. Quito mis ojos de las circunstancias y los pongo en Tus Promesas. Gracias porque toda enfermedad se va de mi cuerpo ahora, gracias porque la tristeza y la amargura se van. Gracias porque me das la sabiduría, la paz y la provisión sobrenatural para cancelar mis deudas y suplir todas mis necesidades. Recibo ahora la fortaleza que viene de Ti. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“Padre celestial, me regocijo en Ti. Quito mis ojos de las circunstancias y los pongo en Tus Promesas. Gracias porque toda enfermedad se va de mi cuerpo ahora, gracias porque la tristeza y la amargura se van. Gracias porque me das la sabiduría, la paz y la provisión sobrenatural para cancelar mis deudas y suplir todas mis necesidades. Recibo ahora la fortaleza que viene de Ti. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.