viernes, mayo 30, 2008

Permaneciendo en la ley de Cristo

Romanos 13:8
“No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros. Porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley”.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Si caminamos en este amor, caminamos en la perfecta voluntad de Dios. Este amor no es un sentimiento meloso que se maneja con los sentidos naturales, es un poder espiritual que hay que desarrollar y cultivar. A menos que demos pasos para desarrollarlo, este amor permanecerá oculto en nuestro interior. Nuestra mente puede retenerlo. Si pensamos que unos se lo merecen y otros no, lo frenamos. Recuerda que Cristo Jesús te mandó a amar aún a tus enemigos, y esto sólo es posible con un amor sobrenatural. Nuestra mente diría “por lo que me hizo, lo menos que se merece es un castigo”. Pero no son tu mente y tus emociones las que deben gobernar, es el Espíritu. Debes renovar tu mente con la Palabra de Dios. El amor obra de la misma manera que la fuerza de la fe. Como la fe, el amor se activa mediante el conocimiento de la Palabra de Dios. Extiéndete en amor hacia otros, camina en la fe que obra por el amor. Hazte consciente del amor que fue derramado dentro de ti al confesar y actuar en la Palabra de Dios. Mírate a ti mismo viviendo la vida del amor. Amar no es sentir. Amar es actuar. Es dar. Amar es un mandamiento que nos dejó el Señor. Y si nos mandó a hacerlo es porque sabe que tenemos la capacidad para lograrlo. El amor en su expresión cumple la ley de Cristo. El AMOR es la Regla de Oro (Mt.7:12). No le pongas frenos, ni límites al amor de Dios. No argumentes, sólo actúa y verás como cada día el amor estará fluyendo más abundantemente a través de tu vida y las bendiciones se multiplicarán.
“Padre celestial, gracias por Tu amor. Tú has dado a Tu Hijo por mí, aún cuando yo no lo merecía. Ayúdame ahora a perfeccionar ese mismo amor que Tú has derramado en mi corazón. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Mis decisiones afectarán mi mañana

Números 14:24
“Pero a Mi siervo Caleb, porque ha habido en él un espíritu distinto y Me ha seguido plenamente, lo introduciré a la tierra donde entró, y su descendencia tomará posesión de ella.”.


Cada día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, estamos tomando decisiones. Desde la más pequeña hasta la más grande, todas son frutos de lo que hay en nuestro interior. Caleb tenía un espíritu diferente, lo que lo impulsó a tomar una decisión diferente a la de la mayoría. Él le creía a Dios, y a las Promesas que Él le había dado. Esta decisión de fe lo metió en la tierra prometida y le permitió disfrutar de ella. Todos los demás murieron en el desierto. Las decisiones que hoy tomamos nos pueden promocionar o hundir. Nosotros somos el producto de nuestras decisiones. Hoy somos el producto de las decisiones que tomamos en el pasado, mañana seremos de acuerdo a las decisiones que tomemos hoy. Es por eso, que es de suma importancia que tomemos decisiones basadas en la Palabra de Dios. Al honrar a Dios creyéndole y actuando en lo que Él nos dijo nuestro destino profético no es otra cosa que el éxito. La relación que vamos desarrollando cada día en intimidad con Dios, es la que va afirmando la conciencia de pacto y desarrollando ese espíritu diferente. Esa visión de ganador nos hará tomar decisiones que nos llevan a la victoria. Tomaremos decisiones que afectarán para bien nuestra vida, nuestra familia, nuestros hijos. Nacimos para la tierra prometida y entramos por decisión. Nosotros podemos más que el problema, porque Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo. No te acomodes a las circunstancias. Si en este momento no ves cómo salir, vé más profundo en tu relación con Dios y Él te dará el entendimiento. En todo lo que emprendas, ¡estarás arriba! David hizo una diferencia con su vida. Se animó a hacer lo que otros no estuvieron dispuestos a hacer. Enfrentó al oso, al león, al filisteo. ¿De dónde vino tanta valentía para tomar esas decisiones y no salir huyendo? Del pacto con Dios. Él tenía la certeza de que Dios lo libraría. Tú eres un hijo de Dios, tienes pacto con Él por la sangre de Jesús. Anímate a tomar decisiones diferentes. Tenemos una sola vida por vivir en esta tierra y no podemos hacer cualquier cosa. Debemos tomar decisiones acordes a Dios. El éxito está en atreverse. Escoge la bendición, decídete a ser feliz.
“Padre celestial gracias, porque me has dado la sabiduría para tomar decisiones correctas que me conducirán a la victoria que Tú preparaste para mí. Gracias por Jesús porque en Él tengo todo. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

martes, mayo 27, 2008

El Espíritu Santo es tu Ayudador

Romanos 8:26
“De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”.


El Espíritu Santo nos ayuda a orar en forma exitosa y positiva. Él nos ayuda a convertir nuestras áreas débiles en áreas fuertes. Trae revelación a nuestro espíritu de lo que viene de Dios. Es nuestro Guía, nuestro Maestro, nuestro Ayudador. Él es el que nos ayuda a fluir en el amor de Dios para con los demás, a manifestar los dones, a ser llenos de sabiduría y a impartirla por todo lugar que nos movemos. Al caminar con Él, elevamos nuestro camino a un nivel de excelencia. Por eso, es muy importante que no limitemos Su accionar en nuestras vidas. Cada día debemos buscar conocer más de la Palabra de Dios, pasar tiempo en oración y permitir el fluir en lenguas. Todo esto le da lugar al Espíritu Santo para que nos traiga revelación sobre lo que tenemos que hacer para ir caminando hacia el sueño de Dios. Cada vez que recibimos Su guía, debemos obedecerle. Si nos muestra que en nuestro corazón estamos guardando algún rencor, alguna actitud equivocada que perjudica nuestro carácter, tenemos que sacarla, cambiarla. Él no sólo nos enseña, sino también nos ayuda; pero el paso de obediencia lo debemos dar nosotros. Las cosas del Espíritu no tienen límites salvo los que le pongamos nosotros. No debemos oprimir con nuestros pensamientos, los pensamientos de Dios; por el contrario, debemos elevar nuestros pensamientos a los de Él. Por lo tanto, no digas más “no se puede” “es difícil”. Tú tienes al ayudador enviado por Dios. No intentes hacer las cosas en tus propias fuerzas, utiliza las de Dios. Tú has sido fortalecido con poder en el hombre interior por Su Espíritu. Tú eres templo del Espíritu Santo. Tienes el mismo poder que levantó a Jesús de entre los muertos, morando en tu interior. Él vivificará todo tu ser, espíritu, alma y cuerpo. Caminarás en amor, caminarás en perdón, caminarás libre de toda herida del pasado, caminarás libre de toda contaminación, caminarás libre de toda murmuración, caminarás libre de todo chisme, caminarás en victoria. En otras palabras, cuando dejas que Él te guie y te ayude harás que dejes por todos lados una historia de bendición ¡Aleluya!
“Padre celestial, gracias por tu Espíritu Santo. Él me hace fuerte y me ayuda a vivir en la victoria que Jesús conquistó para mi vida. Caminaré en obediencia, caminaré en Tu Espíritu. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

viernes, mayo 23, 2008

Caminando en las ideas de Dios

Mateo16:22
“Y Pedro, tomando aparte a Jesús, comenzó a reprenderle, diciendo: Señor, ten compasión de Ti; en ninguna manera esto Te acontezca”.

Pedro llevó aparte a Jesús para darle un consejo. Jesús vino con un plan, pero Pedro tenía otra idea. “Tengo una idea, te tengo que decir algo, no lo hagas”. Pero Jesús jamás buscó la aprobación de la gente para hacer la voluntad de Dios. Y le respondió: “¡Quítate de delante de Mí, satanás!...”. Imagínate los que estaban alrededor lo que estarían pensando: “¡Menos mal que no hablé yo!”. Pedro estaba poniendo la mira en las cosas de los hombres, y No en las de Dios. Lo importante es tener ideas dirigidas por Dios y no grandes ideas. Lo importante es saber si nuestra idea es una idea de Dios. Y muchas veces tendremos que pasar por arriba de opiniones para hacer lo que Dios dice y construir un futuro de bendición para nuestros herederos. Debemos correr la carrera con la visión de lo de arriba, y no controlado por lo que dice la gente, los amigos, los familiares. Jesús estaba corriendo una carrera por delante. El tiempo se le estaba cumpliendo. Por eso le dice a Pedro: “me eres estorbo; porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres”. Lo estaba distrayendo del propósito de Dios. Satanás estaba usando a Pedro para distraer a Jesús de lo que tenía que realizar. “Si supieras Pedro que lo que voy a realizar le va a traer el bienestar a millones de personas durante el curso de la humanidad. Si supieras Pedro que voy a abrir el camino de vuelta al cielo, a la eternidad. Si supieras Pedro que lo que voy a hacer traerá bendiciones y más bendiciones, no me distraerías, no dirías que no me conviene”. Pedro era muy sentimental. Él lo quería cuidar, él ponía el máximo de amor humano que podía alguien tener. Pero no estaba mirando lo celestial, no tenía el discernimiento del propósito de Dios. Hay personas que pueden opinar, en la carne, acerca de tu vida; pero tú sabes que te estás moviendo en la dirección del Espíritu. Recibe esta palabra en este momento: “Sigue corriendo la carrera hacia adelante con tú mirada puesta en lo de arriba no en lo de la tierra porque Dios te abrirá las puertas y te llevará a nuevos niveles de bendición y de victoria. Nadie tiene el derecho de robarte tu destino profético. Realizarás la tarea de Dios con un respaldo divino”.
“Padre celestial, revélate a mi vida. Quiero, como Jesús, mantenerme en Tu perfecta voluntad. Dame el discernimiento para no oír las voces que me quieran desviar. Anclo mi alma a Tu propósito y sé que Tú me guiarás. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Protección

Salmos 3:3
Mas tú, Dios, eres escudo alrededor de mí: Mi gloria, y el que ensalza mi cabeza.
Salmos 18:2
Roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; Escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
Salmos 91:4
Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro: Escudo y adarga es su verdad.

Al observar una película documental sobre la vida de los tiburones, un buzo descendía a las profundidades del mar, protegido por una jaula de barrotes de acero. Después de arrojar un cebo especial a las aguas, toda la zona se llenó de voraces tiburones que comenzaron a atacarlo. Las escenas que siguieron evidenciaron la crueldad y fuerza de los escualos. Con gran violencia intentaban cercenar el cuerpo del hombre rana, y en su furia mordían los barrotes, perdiendo dientes en el intento. Entre el buzo y la muerte sólo estaban los barrotes de la jaula.
El Señor me mostró con claridad que debemos estar siempre revestidos de la armadura divina. Así nos ataca el enemigo: con furia y fuerza. Si nos cubrimos con la armadura de Cristo, se romperá los dientes sin conseguir tocarnos.

Tú si puedes

Mateo 25:14-18:
“Porque el Reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes. 15 Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje. 16 El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos. 18 Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor”.


La falta de confianza en nosotros mismos, el no creernos capaces de realizar la tarea encomendada por Dios, puede generar un estancamiento en la carrera hacia la visión divina. Ahora bien, si Dios confía en que nosotros lo podemos realizar, por qué no confiaremos nosotros también en que lo lograremos. Una visión distorsionada de nosotros mismos nos aleja de las recompensas de Dios. Veámoslo en la parábola de los talentos. Dios confió en sus siervos, por eso le confió los talentos. A cada uno le repartió según su capacidad, pero a todos les dio. Cada uno de ellos respondió en base a una determinada clase de confianza, y uno no confió en nada. Ese perdió todo. Pero aquellos que tuvieron confianza dijeron: Dios me encargó esto, y Él cree que yo soy capaz de multiplicarlo, lo voy a hacer. Nosotros debemos tener confianza en que lo podemos hacer, que lo podemos hacer con Dios. Hay talentos escondidos dentro de tu vida. Dios te tiene en esta tierra como la extensión celestial, y Él sabe que todo lo que toques será bendecido, Él sabe que donde decretes va a suceder algún milagro. Por lo tanto, no te subestimes, sigue corriendo la carrera, hay que seguir avanzando, hay que alcanzar las metas, hay que alcanzar los sueños, la visión. Dios te escogió para manifestar Su gloria. Dios te escogió y te confió Su autoridad para continuar la obra de Jesús en la tierra. No te menosprecies, tú puedes. Tú estás hecho a imagen de Dios. Valora la posición que Dios te otorgó. ¡No renuncies, No te rindas! Tú puedes lograr tus sueños, nunca es tarde. Decídete a Soñar, Tú puedes. Decídete a Triunfar, Tú puedes. Tú puedes porque tú puedes todo en Cristo que te fortalece.
“Padre celestial, gracias por confiar en mí, gracias por escogerme para extender Tu Reino. Soy tu hijo y te amo. Dame sabiduría para administrar y multiplicar todos los talentos que Tú pusiste en mis manos. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Gózate

Filipenses 4:4:
“Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense!”.

¿Te parece esto una sugerencia o un mandato? En realidad es un mandato ¡Dios quiere que siempre nos regocijemos en Él! En todo tiempo, debemos regocijarnos. El gozo es un fruto del Espíritu y ya está dentro de tu vida. El gozo no depende de lo que te rodea o de cómo te sientas. El gozo es una verdadera fuerza espiritual, tan necesaria como la fe y el amor para vivir la vida de victoria que Dios te preparó. El gozo del Señor es la fuente de fortaleza que necesitas para moverte con la fe en las promesas. El gozo te impulsa y te mantiene, es por eso que el diablo quiere verte siempre amargado y desanimado, con la cara larga, porque si te quita las fuerzas te logra derrotar. Tú eres un vencedor. Mira a Jesús, la Palabra dice que “con el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Ves, Jesús usó este poder para llegar a la meta del Padre. Seguramente las situaciones que pasó el Señor no eran para estar riéndose a carcajadas y es más, tendría motivos suficientes para quejarse y amargarse por lo que debía pasar. Pero Él conocía el poder del gozo de Dios. El gozo se manifiesta cuando miras las Promesas y pones tu seguridad en ellas y no en lo que ves. Pablo y Silas estaban encarcelados, pero alababan a Dios sabiendo que Él era poderoso para librarlos. Y qué ocurrió, ¡la prisión se abrió! Si en este momento estás pasando por una enfermedad, tienes deudas, estás deprimido, si perdiste las fuerzas y las ganas de continuar, es tiempo que pongas tus ojos en las Promesas de Dios y le des gracias porque tu problema ya fue solucionado. Y tú respuesta ya está en camino. Desarrolla el gozo del Señor, declara la victoria sobre tu problema y muévete en fe. Decídete gozarte en Dios y no habrá nada que el diablo pueda hacer para robarte tu victoria ¡Aleluya!
“Padre celestial, me regocijo en Ti. Quito mis ojos de las circunstancias y los pongo en Tus Promesas. Gracias porque toda enfermedad se va de mi cuerpo ahora, gracias porque la tristeza y la amargura se van. Gracias porque me das la sabiduría, la paz y la provisión sobrenatural para cancelar mis deudas y suplir todas mis necesidades. Recibo ahora la fortaleza que viene de Ti. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Eres Ganador

2 Corintios 2:14:
“Demos gracias a Dios, quien por medio de Cristo nos lleva siempre en su desfile triunfal. A través de nosotros, esparce por todas partes el conocimiento acerca de Él, como si fuera una suave fragancia.”.


Desde el primer momento que fuimos concebidos en la mente de Dios, desde el primer momento que Él decidió hacernos, nos diseñó triunfadores. Decidió hacernos a Su imagen, conforme a Su semejanza. Dios nunca planeó la derrota, nunca planeó la decepción para tu vida. Él desea que estés saludable y fuerte en cada área. Él desea que estés sano en el cuerpo, sano en la mente, prosperado en todas las cosas, sano en las emociones, libre de todo trauma, prejuicio, preocupación o amargura. Libre de toda atadura. Tu Padre Celestial quiere que estés bien. Es por eso, que el ministerio del Espíritu Santo, está para ayudarte a que vivas en esta victoria permanente que por gracia recibiste a través de Cristo Jesús. Te puedes estar preguntando ¿Qué pasa? ¿Por qué Dios a mí no me lleva en triunfo? La razón es que muchas veces, en lugar de aplicar principios espirituales que nos llevan al triunfo, actuamos conforme nos parece humanamente y la consecuencia es la derrota o la debilidad. Al no hacer lo que Dios nos dirige a hacer, no le permitimos obrar en nuestras vidas con el poder de Su victoria. Todos nosotros tenemos que tener determinación en nuestra vida de dejar atrás todas aquellas cosas de nuestro carácter que nos perjudicaron. Por qué vamos a estar en una posición donde estamos perdiendo cuando podemos estar ganando. No veas las circunstancias actuales y ni las experiencias del pasado, establece tu vida mirando la Palabra de Dios, renueva tu mente conforme a lo que en ella está escrito. No te veaS más como un perdedor porque eres un ganador. La Biblia dice que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de Su conocimiento. Él te ha elegido para manifestar Su gloria, Su poder y Su presencia en este mundo. Eres el portador de la presencia de Dios. Tienes adentro de ti el Poder, la Autoridad, la Unción para que esto sea una realidad. Cristo nos lleva a victoria. Hay que usar la fe en Cristo y la victoria está de tu lado.
“Padre celestial, gracias. Me has hecho un triunfador, has preparado para mí caminos de victoria. Ayúdame a manifestar en mi casa, en mi trabajo, en todo lugar donde me muevo Tu grandeza. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Una buena reputación

'Y todo lo que hacéis, sea de palabra, ó de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias á Dios Padre por él.'
Colosenses 3:23

Y Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para El Señor y no para los hombres. Colosenses 3:23.

Rogelio era un buen empleado, nada espectacular, pero confiable, puntual, de temperamento equilibrado y siempre dispuesto a hacer un poco más. Bernardo también hacía un buen trabajo, pero no le importaba ir por un atajo para terminar un trabajo, ni retirarse unos minutos antes para atender sus necesidades personales. Cuando el señor Jones su supervisor, anunció que iban a promover a uno, Rogelio contó con su historial y su reputación para ganar el puesto. Bernardo hizo tenazmente un trabajo de pasillo al contar a varios de sus compañeros de trabajo que Rogelio se había apropiado de sus ideas para la reducción de costos, había hecho malversación de fondos y que era conocida su costumbre de extralimitarse en su hora de almuerzo. Tuvo cuidado, no obstante, de comenzar todas sus observaciones diciendo: 'Esto queda entre nosotros dos...' Cuando a la semana siguiente el señor Jones anunció que el ascenso había sido para Rogelio, este recibió un fuerte aplauso de sus compañeros de trabajo. Ninguno se sorprendió, salvo Bernardo. Después de todo, la reputación de Rogelio lo había precedido. Lo mismo pasó con la de Bernardo. El hombre que no teme a la verdad no tiene nada que temer de las mentiras.

domingo, mayo 04, 2008

Haz cambios y verás tú victoria


1 Pedro 5:6: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que, llegado el momento, Él los levante”.

Con frecuencia le pedimos a Dios que cambie situaciones a nuestro alrededor que nos perjudican. Pueden ser problemas familiares, enfermedades, deudas, pobreza, angustias. Y la respuesta de Dios es que nos humillemos bajo Su poderosa mano. Pensamos, “¿Qué puedo hacer yo, si soy la víctima de esta situación?” “Yo ya no puedo hacer nada, Dios es soberano y todo lo sabe”. Pero esto no es humildad; esto es ignorancia y resignación, dejar las cosas libradas al azar. Humillarse a Dios significa actuar en Su Palabra, que si hay una enfermedad decreto: “Por la llaga de Jesús he sido sanado”. La sanidad te pertenece y Dios te levantará, te exaltará cuando llegue el momento. Si hay deuda o escasez, decreto: “Jesús se hizo pobre para que yo fuese enriquecido” “administraré sabiamente las riquezas”, y esto no es soberbia, esto es la verdad de la Palabra de Dios. Jesús es la Palabra y Él ya hizo la obra completa. No reconocerla, aceptarla y vivirla, es orgullo. Si tuviste problemas con alguien, perdona. Dios se encargará de levantarte cuando camines en obediencia absoluta a Su Palabra. Muchas veces queremos que las cosas cambien sin tener nosotros que poner mucho de nuestra parte. Siempre es el otro el que debe cambiar. Pero para Dios las cosas no son así. No es el país, la vecina, la pareja o el jefe los que tienen la culpa de nuestras desgracias. Acá hay un enemigo satanás y es a él a quien no debemos permitirle influenciar nuestras vidas manteniendo conceptos equivocados. Es nuestra responsabilidad realizar cambios en nuestros pensamientos y estilos de vida. Cada cambio en dirección correcta te habilitará para alcanzar un nuevo nivel de revelación. Y cuando comencemos a hacerlos guiados por el Espíritu Santo, obstáculos se van a querer levantar, pero con Dios los superaremos:

1. El orgullo que quiere mantenernos en nuestra propia opinión y métodos. Nos impide cambiar para mejor. Nos lleva a exaltarnos sobre los demás con arrogancia y en lugar de crecer; fracasamos, caemos (Pr.16:18). Mantenernos en esta actitud nos perjudicará. Siempre podemos crecer y superarnos con humildad, dependiendo del Señor, que es la fuente de ayuda para los cambios.

2. El temor al fracaso Ya sea en cambiar nuestra actitud, vocación, trabajo o cualquier otra cosa. Es preferible dar un paso hacia la victoria que quedarse en el lugar de la destrucción. ¡Anímate! Vence el temor. Tienes toda la ayuda del Espíritu Santo para dar ese paso de fe.

3. El egoísmo. Cuando comiences a hacer decisiones de cambio una pregunta surgirá: ¿Y yo? ¿Por qué yo? ¿Por qué no cambia el otro? Los cambios deben ser pensados para el bien del prójimo y de la siguiente generación. No te olvides que cuando estás haciendo algo por otro estás actuando en la ley de la siembra y la cosecha, ¡Y todo lo que hagas se te devolverá en abundancia!

Haz una decisión de calidad para cambiar en la dirección divina y recibirás satisfacción abundante. Dios te levantará en el momento llegado y cuando Dios abre una puerta ¡Nadie la puede cerrar! ¡Aleluya!

“Padre celestial, ayúdame a cambiar. Ilumíname con Tu Palabra para alcanzar mayor excelencia. Estoy dispuesto a hacer cambios de bendición. En el Nombre Poderoso de Jesús, amén”.

Las decisiones


Santiago 1:5: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará. Dios es generoso y nos da todo con agrado”.

Dios tiene un sueño hermoso con tu vida y quiere llevarlo adelante. Esto es posible si tú tomas decisiones basadas en la Palabra de Dios, por eso es muy importante conocer Su Voluntad. Cuanta mayor cantidad de Palabra de Dios recibas en tu corazón, mayor sabiduría vendrá a tu vida para tomar buenas decisiones. Todas las áreas de tu vida serán afectadas por las decisiones que tomes, aún la vida de tus hijos, familiares, amigos y vecinos. Por eso aprendemos en el libro de Santiago, en el versículo cinco que debes pedirle a Dios sabiduría para desarrollar Su voluntad y no tomar decisiones basadas en emociones, lo cual te llevaría a perderte de los planes del Padre Celestial. Dice la Biblia que si le pides, Él te dará abundantemente y sin reprocharte nada. Así que hoy es el momento de tomar una decisión si quieres que tu mañana sea mejor. Pídele a Dios sabiduría y ella fluirá a través de tus palabras. Cada cosa en la vida comienza con una decisión. Jesús dijo. “He puesto ante ti una puerta abierta…” (Apocalipsis 3:8). Tú eres el que vas a elegir entrar por ella. También dijo: “Mira, aquí estoy llamando a la puerta. Si alguien escucha Mi voz y me abre, entraré, cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Tú deberás tomar una decisión. Si estás atravesando problemas toma hoy la decisión de resolverlos con la Palabra de Dios. “Padre celestial, te doy gracias porque has depositado dentro de mí el poder de elegir. Te pido sabiduría para que cada decisión que tome me lleve a cumplir Tu propósito. Recibo una unción especial de sabiduría que fluirá a través de mis palabras y tomo la decisión de abandonar todo mal hábito y actuar de acuerdo a Tu voluntad. Algo glorioso va a suceder y afectará a mis herederos, gracias Padre en el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.

Pon tu mirada en lo eterno

2 Corintios 4:18: “Porque no nos fijamos en lo que se ve (lo visible), sino en lo que no se ve (lo invisible), ya que las cosas que se ven son temporales (pasajeras), pero las que no se ven son eternas”.

No centres tu atención en lo que puedes ver en la esfera del mundo físico y natural. Todo lo que ves es temporal, pasajero y está sujeto a cambio. Por lo tanto, pon tu fe en el Reino invisible y eterno. Las cosas que son eternas nunca están sujetas a cambio. La Palabra de Dios es eterna. En ella hay miles de promesas que tratan con cualquier situación que puedas enfrentar en la vida. Y esas promesas nunca pero nunca cambiarán no importa lo que suceda en este mundo que está en constante cambio. No importa lo mal que tu cuerpo se sienta, la Palabra de Dios siempre dirá: "por cuya herida fuisteis sanados" (1 Pedro 2:24). No importa lo mal que estés económicamente, la Palabra de Dios siempre dirá: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). No importa lo que sientas o ves, la Palabra de Dios siempre dirá: “Decid a los justos que les irá bien, porque el fruto de sus obras comerán” (Isaías 3:10). No importa que el mundo esté en crisis, la Palabra de Dios siempre dirá: "Porque yo sé los planes que tengo para vosotros --declara el Señor-- planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11). Aunque se levanten enemigos contra ti, la Palabra de Dios siempre dirá: “Ningún arma que hayan forjado contra ti resultará, y harás callar a cualquiera que te acuse. Este es el premio para los siervos de Jehová y la victoria que les garantizo, dice Jehová” (Isaías 54:17). Tú no tienes que resignarte a la existencia precaria que el mundo te ofrece. Echa mano de lo que la Palabra de Dios dice que tú puedes tener. Centra tu atención en las verdades eternas de Dios, no en las cosas que se ven, porque, después de todo, esas cosas están sujetas a cambio. “Padre celestial, en este día te doy mil y mil gracias por ser Tu hijo, porque tengo la seguridad de que lo que estoy viviendo es temporal y está sujeto a cambio. Por eso me agarro de Tu Palabra que es eterna y segura. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.