miércoles, enero 23, 2008

Un reloj sin relojero

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Hebreos 11:3.
El incrédulo niega la existencia de Dios, diciendo: –Si Dios existe, ¿cómo permite que haya tantos sufrimientos, males e injusticias en la tierra? Si el hombre, criatura de Dios, ofendió a su Creador, se rebeló contra su autoridad, abandonó su posición de dependencia, se separó de Él, única fuente de su felicidad, entonces, ¿es de extrañar que, como consecuencia, esté sujeto al mal y al sufrimiento? ¿Es ésta una razón para cuestionar la existencia de Dios? Finalmente, si Dios ofrece al hombre culpable el medio para salir de su miseria moral y recuperar la felicidad, esto ya es una prueba más que suficiente de que él no quiere que el hombre sufra. ¿Es culpa de Dios si el hombre no lo acepta? ¿Puede la existencia del mal ser una prueba de la inexistencia de Dios? Es obvio que no. Otro argumento de mala fe dice: «Muéstreme a Dios y creeré en él». Dios es Espíritu, por eso usted no lo puede ver, pero ¿no se reveló en sus obras? ¿Necesito ver al relojero para estar seguro de que el reloj que tengo en mi muñeca fue fabricado por él? Un notorio incrédulo lo reconoció en uno de sus textos, en el que expresa: «El universo me molesta y no puedo pensar que ese reloj existe y que no haya un relojero». El autor del Salmo 19 dice con admiración: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (v. 1).