“Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque no hay actividad ni propósito ni conocimiento ni sabiduría en el Seol (región de los muertos) adonde vas. Vi además que bajo el sol No es de los ligeros la carrera, Ni de los valientes la batalla; Y que tampoco de los sabios es el pan, Ni de los entendidos las riquezas, Ni de los hábiles el favor, Sino que el tiempo y la suerte les llegan a todos”.
Es tiempo de comenzar a hacer las cosas diferentes, es tiempo de vencer los temores, es tiempo de asumir riesgos, es tiempo de aprovechar las oportunidades, es tiempo de esforzarte, es tiempo de creerle a Dios, es tiempo de extenderte. Al comenzar un nuevo año se nos presenta a todos la oportunidad de mirar hacia atrás nuestra vida y meditar sobre lo que hemos alcanzado, o lo que hemos dejado sin alcanzar. Algunos cuando miran hacia atrás se gozan al ver cuánto han logrado, incluso cuánto han comenzado y van a seguir desarrollando, se plantean con ánimo nuevos sueños para el año que comienza. Otros, sin embargo, al mirar hacia atrás los embarga la decepción porque no cuentan con grandes logros, ni siquiera con proyectos en desarrollo, sino que lo que ven es gran cantidad de obras inconclusas, muchas abandonadas en el inicio, cuando se presentaron los primeros obstáculos. La diferencia entre ambos tipos de personas es una simple palabra, “esfuerzo”, sí el esfuerzo es el ingrediente maravilloso que hace que los sueños se conviertan en realidad, que te lleva de las visiones a los sueños y luego a la realización. Por eso el sabio nos dice en Ec.9:10: “Todo lo que te viniere a la mano hazlo según tus fuerzas”, esas fuerzas son las que te pertenecen a ti solo a ti, no son las de otra personas, sino que son las tuyas, y no es fuerza física para levantar o mover objetos, o para correr una carrera, es tu fuerza interior la que te empuja a hacer las cosas que haces cada día, la que sale dentro de ti, es la fuerza de tu espíritu.
domingo, enero 27, 2008
Extiéndete
Eclesiastés 9:10,11: