“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.”
Colosenses 3:15.
La gratitud va mucho más allá de dar las gracias, es estar contento con lo que tenemos y con lo que somos y en función a eso poder servir de apoyo a los demás como un día lo hicieron con nosotros.
Una muy conocida fabula infantil expresa la importancia de ser agradecidos con quienes nos prestan su ayuda: “Una cierva perseguida por unos cazadores se refugió en una viña. Cuando los hombres empezaron a alejarse, la cierva, creyéndose bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubrían. Los cazadores, al ver que las hojas se movían, pensaron, que allí se escondía algún animal. Dispararon sus armas e hirieron mortalmente a la cierva. Sus últimas palabras fueron: - ¡Lo tengo merecido, pues no debí haber hecho daño a quien me estaba salvando de una muerte segura!”
Mirando en las escrituras un poco más a fondo, comprendemos por qué deberíamos ser agradecidos con Dios y Salmos 136:1 nos da una clara idea: “Alabad a Jehová, porque él es bueno, Porque para siempre es su misericordia.” Pero esta virtud no es solamente para con Dios sino también con quienes están a nuestro alrededor y de alguna forma u otra también nos prestan su colaboración en las situaciones adversas de la vida, como se anuncia en Proverbio 3.27 “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo.”
Cuando no hay un corazón agradecido, las personas se cierran las puertas para recibir bendición y apoyo y pierden oportunidades tremendas de gozo y satisfacción, por esta razón, a partir de hoy comienza a practicar una actitud de agradecimiento primero a Dios y luego a tu prójimo, pero sobre todo a aquellas personas que hacen algo por ti. Entonces descubrirás que una nueva luz iluminará tu sendero.
Dios te Bendiga.