“Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.”
2 Samuel 24:24.
Sin ninguna duda cada uno de nosotros desea o por lo menos ha deseado ver en nuestra vida grandes resultados, sin embargo, tristemente pocos estamos dispuestos a pagar el precio para ver realizados los anhelos de nuestro corazón. A veces quisiéramos que las cosas fueran tan fáciles como orar y que a los dos segundos siguientes nuestra oración sea contestada, pero por lo general las cosas no son así de fáciles, por esta razón, una buena pregunta seria, ¿estarías dispuesto a pagar el precio para ver tus sueños realizados?
Dios nos ha prometido cosas hermosas y si bien es cierto que nos gustaría verlas ahora mismo, o dentro de unas horas, la realidad nos ha enseñado que las cosas buenas tardan en llegar. En Mateo 25:8-9 encontramos lo siguiente: “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.” Cuando en la Biblia habla del aceite, hace referencia al Espíritu Santo, y específicamente esto no significa que pueda comprarse con dinero, lo que Jesús quería enseñarnos es sobre la
importancia de que como personas paguemos un precio por lo que deseamos, lo que implica la renuncia de nuestras propias voluntades, la fidelidad y la obediencia a la Palabra de Dios. Las vírgenes prudentes, seguramente, pagaron el precio durante el tiempo que esperaban por el Novio. Con certeza se preparaban invirtiendo en la vida espiritual con oración, ayuno, consagración y renuncias, no dejando que el Espíritu se apagara. Pero lo cierto es que también existen aquellos que no están dispuestos a pagar el precio, quienes viven según sus deseos carnales y aunque tienen la lámpara, que es la fe, no poseen el aceite que es el Espíritu Santo, permaneciendo así lejos de Dios.
Todas las vírgenes tuvieron la misma oportunidad, pero fue tarde para las insensatas, porque vivían distraídas y despreocupadas, tal como sigue el relato en Mateo 25:10-12 “Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.”
Quizá el precio que tengamos que pagar será muy doloroso y en ocasiones vamos a querer renunciar, pero no te des por vencido, es importante que permanezcas luchando y el resultado que luego obtendrás será el más asombroso que jamás pensaste, porque Dios tiene cosas maravillosas para tu vida.
Dios te Bendiga.