Génesis 1:27-28
“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó. 28 Y bendíjoles Dios, diciendo: Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que arrastra sobre la tierra”.
La familia es el diseño de Dios para el ser humano. Desde el principio de la creación Dios estableció al hombre sobre la tierra, formó a su mujer y les dio la orden de reproducirse. En familia sojuzgarían, en familia gobernarían, en familia progresarían. La familia es una bendición de Dios. Para muchos es un castigo por cómo viven diariamente, pero es una bendición. El diablo sabe que cuando el hombre vive en armonía con su familia y se une en los propósitos de Dios, él queda afuera y sin poder, por eso intenta dividir y traer contienda dentro del núcleo familiar para que esa familia no sea un canal de bendición. Discierne en tu espíritu estos ataques y no permitas que entren en tu seno familiar (Génesis 4:5-8). Si las discusiones, las peleas, los enojos, los rencores, las faltas de perdón quieren tomar lugar, opera en el perdón y en el amor sobrenatural de Dios. Tengas o no la razón, no permitas que la situación se desborde. Toma autoridad en el Nombre de Jesús y echa fuera todo espíritu de división y actúa siempre en amor. No te canses de hacer el bien porque a su tiempo cosecharás si no desmayas. ¡Tu hogar será como el cielo en la tierra! Proponte cada día darle algo especial a tu familia. Valoriza a cada miembro, presta atención a sus necesidades. Ora por ellos y cuando hables de tu familia, habla bien. Es tuya, es parte de ti, es el huerto que Dios te ha dado para labrar. Si quieres ver cambios en tu ambiente familiar debes empezar por ti mismo. No puedes demandar algo que no has sembrado. Siembra semillas de amor, de tiempo, de palabras de aliento, de estima sobre tu familia y verás los frutos. No lo dudes, tu hogar reflejará la gloria de Dios.
“Padre celestial, gracias por mi familia. Me la has dado Tú y es buena. Ayúdame a contribuir a que ella sea un reflejo de tu amor, un canal de bendición para muchas vidas. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó. 28 Y bendíjoles Dios, diciendo: Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que arrastra sobre la tierra”.
La familia es el diseño de Dios para el ser humano. Desde el principio de la creación Dios estableció al hombre sobre la tierra, formó a su mujer y les dio la orden de reproducirse. En familia sojuzgarían, en familia gobernarían, en familia progresarían. La familia es una bendición de Dios. Para muchos es un castigo por cómo viven diariamente, pero es una bendición. El diablo sabe que cuando el hombre vive en armonía con su familia y se une en los propósitos de Dios, él queda afuera y sin poder, por eso intenta dividir y traer contienda dentro del núcleo familiar para que esa familia no sea un canal de bendición. Discierne en tu espíritu estos ataques y no permitas que entren en tu seno familiar (Génesis 4:5-8). Si las discusiones, las peleas, los enojos, los rencores, las faltas de perdón quieren tomar lugar, opera en el perdón y en el amor sobrenatural de Dios. Tengas o no la razón, no permitas que la situación se desborde. Toma autoridad en el Nombre de Jesús y echa fuera todo espíritu de división y actúa siempre en amor. No te canses de hacer el bien porque a su tiempo cosecharás si no desmayas. ¡Tu hogar será como el cielo en la tierra! Proponte cada día darle algo especial a tu familia. Valoriza a cada miembro, presta atención a sus necesidades. Ora por ellos y cuando hables de tu familia, habla bien. Es tuya, es parte de ti, es el huerto que Dios te ha dado para labrar. Si quieres ver cambios en tu ambiente familiar debes empezar por ti mismo. No puedes demandar algo que no has sembrado. Siembra semillas de amor, de tiempo, de palabras de aliento, de estima sobre tu familia y verás los frutos. No lo dudes, tu hogar reflejará la gloria de Dios.
“Padre celestial, gracias por mi familia. Me la has dado Tú y es buena. Ayúdame a contribuir a que ella sea un reflejo de tu amor, un canal de bendición para muchas vidas. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.