1 Corintios 13:5
“No actúa con bajeza ni es egoísta, no se deja llevar por la ira y no guarda rencor”.
El egoísmo es uno de los asesinos más grandes de la familia. El egoísmo siempre piensa en sí mismo, siempre reclama, siempre busca satisfacer lo propio. El egoísmo es contrario al amor. Si tú detectas cualquier actitud egoísta en tu vida, deséchala porque puede corromper tu familia y tu matrimonio. El amor siempre piensa en lo que puede dar, lo que puede hacer para que el otro esté mejor. El egoísmo dice: “pero, ¿qué hay de mí? ¿A mí cuando me van a dar? Si yo le doy y no recibo nada ¿Y si me quedo sin lo que me gusta? ¡Yo también necesito!”. Las personas egoístas terminan cansando a los que lo rodean, se transforman en parásitos que succionan todo de los demás pero no dan nada y como consecuencia terminan en soledad. Ten siempre presente esto: El egoísmo nos separa de Dios, es un obstáculo para recibir la bendición de Dios. Dios no DA para que lo que DA sea retenido, DA para que demos. Dios, nuestro Padre, es un Dador. Lee la Palabra de Dios y encontrarás como Cristo (el novio) ama a la iglesia (Su novia) al punto de darlo todo por ella, Su misma vida (Lee Efesios 5:21-29). Por lo tanto, pon en actividad el amor de Dios y sé generoso. Piensa en el otro. Cómprale algo que tú te hubieras comprado. Honra y serás honrado. Erradica de tu vida el temor de no ser correspondido. Dios siempre da cosecha a los que con corazón correcto actúan en Su Palabra.
“Padre celestial, en este día echo fuera todo egoísmo de mi vida. Me decido a caminar en Tu amor, en ser un dador alegre y generoso. Gracias. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“No actúa con bajeza ni es egoísta, no se deja llevar por la ira y no guarda rencor”.
El egoísmo es uno de los asesinos más grandes de la familia. El egoísmo siempre piensa en sí mismo, siempre reclama, siempre busca satisfacer lo propio. El egoísmo es contrario al amor. Si tú detectas cualquier actitud egoísta en tu vida, deséchala porque puede corromper tu familia y tu matrimonio. El amor siempre piensa en lo que puede dar, lo que puede hacer para que el otro esté mejor. El egoísmo dice: “pero, ¿qué hay de mí? ¿A mí cuando me van a dar? Si yo le doy y no recibo nada ¿Y si me quedo sin lo que me gusta? ¡Yo también necesito!”. Las personas egoístas terminan cansando a los que lo rodean, se transforman en parásitos que succionan todo de los demás pero no dan nada y como consecuencia terminan en soledad. Ten siempre presente esto: El egoísmo nos separa de Dios, es un obstáculo para recibir la bendición de Dios. Dios no DA para que lo que DA sea retenido, DA para que demos. Dios, nuestro Padre, es un Dador. Lee la Palabra de Dios y encontrarás como Cristo (el novio) ama a la iglesia (Su novia) al punto de darlo todo por ella, Su misma vida (Lee Efesios 5:21-29). Por lo tanto, pon en actividad el amor de Dios y sé generoso. Piensa en el otro. Cómprale algo que tú te hubieras comprado. Honra y serás honrado. Erradica de tu vida el temor de no ser correspondido. Dios siempre da cosecha a los que con corazón correcto actúan en Su Palabra.
“Padre celestial, en este día echo fuera todo egoísmo de mi vida. Me decido a caminar en Tu amor, en ser un dador alegre y generoso. Gracias. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.