“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
Juan 8:36
Con nuestras fuerzas, sin duda, podemos conseguir muchas cosas, pero no todo está en nuestras manos, muchas veces necesitamos renunciar para ser libres de aquello que nos tiene presos.
Hay prisiones que no necesariamente son celdas físicas, sino del alma, son actitudes, falta de perdón, hábitos o pecados que nos mantienen presos y, aunque estemos libres físicamente, nos mantienen lejos de la verdadera libertad a la que Dios nos ha llamado.
Así que, vive en libertad, renuncia a todo aquello que te impide ser libre pues, Dios te ha dado límites y esos límites son los que ha dispuesto a través de su Palabra, los cuales te ayudan a vivir de una manera digna y tranquila ante ÉL y el prójimo. Si en algún momento permitiste que algo o alguien te robe la libertad, acude a Dios con sinceridad y renuncia a todo lo que te tiene preso.
Dios te bendiga.
