Números 14:28:
“Diles: Vivo Yo, declara el Señor, que tal como han hablado a mis oídos, así haré Yo con ustedes”.
Es claro por la Palabra que Dios tiene Su oído atento a todos los hombres. Él nos oye todo el tiempo porque es omnipresente, omnisciente, omnipotente. O sea, que Él puede estar escuchándolo a usted y a mí al mismo tiempo. Hoy quiero que veas cuál es la diferencia de lo que confiesas. Lee nuevamente el versículo antes citado. Dice que Dios va a hacer según lo que nosotros hablemos o confesemos. Entonces te preguntarás ¿Si hablo temor puedo terminar mal? Sí, si no cambias tu confesión a tiempo. ¿Recuerdas a Job? Job 3:25 dice: “Lo que más temía, me sobrevino; lo que más me asustaba, me sucedió”. Job fue profeta de su propia vida. Confesó de lo que temía y eso le sucedió. Lo que hablas a Dios es lo que vas a experimentar. ¿Recuerda los dos espías de Números 14? Ellos creyeron a Dios y llegaron a la tierra prometida (versículo 30). Llegaron porque creyeron y hablaron lo que Dios les había dicho. El apóstol Pablo también practicaba esto y lo declara en 2 Corintios 4:13 “… conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé…”. Cuando crees y confiesas, recibes el poder y potestad de ser llamado hijo de Dios y pasas a ser heredero y coheredero junto con Cristo. Entonces lo de Él también es tuyo. Créelo y confiésalo hoy. Ahora te pregunto ¿Tienes ganas de morirte? Me imagino que no. Entonces comienza a hablar, a confesar bien de tu vida. Isaías 3:10 habla de ti. Dice: “Decid al justo que le irá bien, y gozará del fruto de sus acciones”. ¿Lo crees? Comienza a confesarlo hoy mismo. La mayoría de la gente quiere ver para creer, pero bienaventurados los que no vieron y creyeron. Tú eres un bienaventurado porque creíste sin ver y si sigues creyendo a la Palabra de Dios vas a ver cosas gloriosas manifestarse en tu vida. Recuerda que todo lo que hables llega al oído de Dios. Comienza hoy a profetizar lo que quieres ver. Dícelo a Dios y Él lo hará. “Padre celestial, creo hoy que Tú me escuchas y me determino a hablar siempre lo que quiero vivir, que es todo aquello que dice tu Palabra. Todo aquello que Tú me dejaste como herencia. La tomaré. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
Es claro por la Palabra que Dios tiene Su oído atento a todos los hombres. Él nos oye todo el tiempo porque es omnipresente, omnisciente, omnipotente. O sea, que Él puede estar escuchándolo a usted y a mí al mismo tiempo. Hoy quiero que veas cuál es la diferencia de lo que confiesas. Lee nuevamente el versículo antes citado. Dice que Dios va a hacer según lo que nosotros hablemos o confesemos. Entonces te preguntarás ¿Si hablo temor puedo terminar mal? Sí, si no cambias tu confesión a tiempo. ¿Recuerdas a Job? Job 3:25 dice: “Lo que más temía, me sobrevino; lo que más me asustaba, me sucedió”. Job fue profeta de su propia vida. Confesó de lo que temía y eso le sucedió. Lo que hablas a Dios es lo que vas a experimentar. ¿Recuerda los dos espías de Números 14? Ellos creyeron a Dios y llegaron a la tierra prometida (versículo 30). Llegaron porque creyeron y hablaron lo que Dios les había dicho. El apóstol Pablo también practicaba esto y lo declara en 2 Corintios 4:13 “… conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé…”. Cuando crees y confiesas, recibes el poder y potestad de ser llamado hijo de Dios y pasas a ser heredero y coheredero junto con Cristo. Entonces lo de Él también es tuyo. Créelo y confiésalo hoy. Ahora te pregunto ¿Tienes ganas de morirte? Me imagino que no. Entonces comienza a hablar, a confesar bien de tu vida. Isaías 3:10 habla de ti. Dice: “Decid al justo que le irá bien, y gozará del fruto de sus acciones”. ¿Lo crees? Comienza a confesarlo hoy mismo. La mayoría de la gente quiere ver para creer, pero bienaventurados los que no vieron y creyeron. Tú eres un bienaventurado porque creíste sin ver y si sigues creyendo a la Palabra de Dios vas a ver cosas gloriosas manifestarse en tu vida. Recuerda que todo lo que hables llega al oído de Dios. Comienza hoy a profetizar lo que quieres ver. Dícelo a Dios y Él lo hará. “Padre celestial, creo hoy que Tú me escuchas y me determino a hablar siempre lo que quiero vivir, que es todo aquello que dice tu Palabra. Todo aquello que Tú me dejaste como herencia. La tomaré. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.