Lucas 17:15-19:
“Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz. Cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, y Le dio gracias; y éste era Samaritano. Jesús le preguntó: ¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están? ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? Entonces le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha sanado".
Estos diez leprosos acudieron al encuentro de Jesús clamando por misericordia, clamando por su sanidad. Todos le reconocieron como maestro y obedecieron a la palabra que les dio de ir a mostrarse a los sacerdotes. Pero al recibir el milagro sólo uno de los diez volvió a agradecer, sólo uno reconoció la fuente de su sanidad y la estimó. Nueve corrieron con su milagro olvidando al autor del mismo, sólo uno lo honró al volver a agradecerle. Cuántas personas pasan por la Iglesia en su peor momento, en su momento de necesidad y cuando tienen lo que esperaban se van no dándose cuenta que se separaron de la fuente y que separados de Él nada perdura. Se van sin darse cuenta que lo mejor que les podría haber pasado en la vida es haberlo conocido a Él. Sabes, la Palabra de Dios dice en Hebreos 11:6 que Él recompensa a los que le buscan. Él tiene doble recompensa para ti. La llave: ser agradecido. Nueve de los leprosos se fueron con su sanidad. Uno recibió doble bendición: sanidad por misericordia y salvación por agradecimiento. Cuando agradeces estás declarando quién fue el autor de tan grande bendición, cuando agradeces honra al autor de la vida. Piensa cuántas veces pediste por tu sanidad. Cuántas veces pediste por restauración familiar, por prosperidad. Y ahora analiza ¿Has sido agradecido con tu Padre por lo que ya tienes o has saturado tus oídos reclamando y reclamando lo que quieres? Disfruta lo que Dios ya te ha dado y agradécele por anticipado las cosas porque todo te lo ha dado en Jesús. Eso es fe y eso agrada a Dios ¡Aleluya! “Padre celestial, Gracias por mi familia, gracias por todo lo que has hecho en mi vida y por lo que harás. Gracias porque en Jesús me diste salvación, libertad, sanidad, prosperidad y un propósito para vivir. Te amo. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
Estos diez leprosos acudieron al encuentro de Jesús clamando por misericordia, clamando por su sanidad. Todos le reconocieron como maestro y obedecieron a la palabra que les dio de ir a mostrarse a los sacerdotes. Pero al recibir el milagro sólo uno de los diez volvió a agradecer, sólo uno reconoció la fuente de su sanidad y la estimó. Nueve corrieron con su milagro olvidando al autor del mismo, sólo uno lo honró al volver a agradecerle. Cuántas personas pasan por la Iglesia en su peor momento, en su momento de necesidad y cuando tienen lo que esperaban se van no dándose cuenta que se separaron de la fuente y que separados de Él nada perdura. Se van sin darse cuenta que lo mejor que les podría haber pasado en la vida es haberlo conocido a Él. Sabes, la Palabra de Dios dice en Hebreos 11:6 que Él recompensa a los que le buscan. Él tiene doble recompensa para ti. La llave: ser agradecido. Nueve de los leprosos se fueron con su sanidad. Uno recibió doble bendición: sanidad por misericordia y salvación por agradecimiento. Cuando agradeces estás declarando quién fue el autor de tan grande bendición, cuando agradeces honra al autor de la vida. Piensa cuántas veces pediste por tu sanidad. Cuántas veces pediste por restauración familiar, por prosperidad. Y ahora analiza ¿Has sido agradecido con tu Padre por lo que ya tienes o has saturado tus oídos reclamando y reclamando lo que quieres? Disfruta lo que Dios ya te ha dado y agradécele por anticipado las cosas porque todo te lo ha dado en Jesús. Eso es fe y eso agrada a Dios ¡Aleluya! “Padre celestial, Gracias por mi familia, gracias por todo lo que has hecho en mi vida y por lo que harás. Gracias porque en Jesús me diste salvación, libertad, sanidad, prosperidad y un propósito para vivir. Te amo. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.