Romanos 12:3:
“Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada,
digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo
más de lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio,
según la medida de fe que Dios ha repartido (distribuido) a cada uno”.
Cada creyente ha recibido una medida de fe y es responsabilidad de cada uno hacerla crecer. La fe agrada a Dios, la fe mueve la mano de Dios, la fe trae provisión y hace que milagros sucedan. ¿Y qué es la fe? Una definición sencilla sería: Es la habilidad de creer en Dios y en Sus promesas. Pero la mejor definición es la que da la Biblia en Hebreos 11:1: “Ahora bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración) de lo que no se ve”. La Fe es un poder espiritual extraordinario que nos permite vivir y obtener lo que ya Él nos ha otorgado por medio de Jesús. Ese poder está en nosotros y debemos alimentarlo mediante el conocimiento de la Palabra y activarlo con la acción. Tú debes cuidar lo que oyes porque lo que oigas se te añadirá. Si escuchas reportes de temor todo el día, terminarás creyendo que el mal puede tocarte y actuando temerosamente. Ahora, si por el contrario, buscas lo que dice Dios acerca del temor (Isaías 54:14-15,17; Salmo 112:7) y dejas que esta palabra repercuta más fuerte en tu interior de lo que dice el entorno, entonces caminarás libre porque sabes que tu Padre celestial te está cuidando. No permitas el fracaso en tu vida. Busca en la Palabra la herencia de bendición que tienes: la herencia de salud, de prosperidad de armonía familiar y afirma tu corazón en estas verdades. Luego has crecer tu fe por medio de la acción. Recuerda lo que dijo Jesús:… “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería” (Lucas 17:6). Él comparó la fe con una semilla y la semilla para que se multiplique hay que sembrarla. Siembra palabras de fe sobre tu vida, tu familia, y camina confiado en esas promesas. Dios no cambia. Verás como cada día tu fe crece y levanta tu vida a un nivel de éxito y de victoria. El justo por la fe vivirá. “Padre celestial, me has dado ese poder espiritual tan grande que es la fe, la haré crecer creyendo a tu Palabra y actuando en ella. Sé que esto te agrada y que me ayudarás en cada paso. Gracias, en el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
Cada creyente ha recibido una medida de fe y es responsabilidad de cada uno hacerla crecer. La fe agrada a Dios, la fe mueve la mano de Dios, la fe trae provisión y hace que milagros sucedan. ¿Y qué es la fe? Una definición sencilla sería: Es la habilidad de creer en Dios y en Sus promesas. Pero la mejor definición es la que da la Biblia en Hebreos 11:1: “Ahora bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración) de lo que no se ve”. La Fe es un poder espiritual extraordinario que nos permite vivir y obtener lo que ya Él nos ha otorgado por medio de Jesús. Ese poder está en nosotros y debemos alimentarlo mediante el conocimiento de la Palabra y activarlo con la acción. Tú debes cuidar lo que oyes porque lo que oigas se te añadirá. Si escuchas reportes de temor todo el día, terminarás creyendo que el mal puede tocarte y actuando temerosamente. Ahora, si por el contrario, buscas lo que dice Dios acerca del temor (Isaías 54:14-15,17; Salmo 112:7) y dejas que esta palabra repercuta más fuerte en tu interior de lo que dice el entorno, entonces caminarás libre porque sabes que tu Padre celestial te está cuidando. No permitas el fracaso en tu vida. Busca en la Palabra la herencia de bendición que tienes: la herencia de salud, de prosperidad de armonía familiar y afirma tu corazón en estas verdades. Luego has crecer tu fe por medio de la acción. Recuerda lo que dijo Jesús:… “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería” (Lucas 17:6). Él comparó la fe con una semilla y la semilla para que se multiplique hay que sembrarla. Siembra palabras de fe sobre tu vida, tu familia, y camina confiado en esas promesas. Dios no cambia. Verás como cada día tu fe crece y levanta tu vida a un nivel de éxito y de victoria. El justo por la fe vivirá. “Padre celestial, me has dado ese poder espiritual tan grande que es la fe, la haré crecer creyendo a tu Palabra y actuando en ella. Sé que esto te agrada y que me ayudarás en cada paso. Gracias, en el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.