martes, noviembre 06, 2007

Entregados

Tampoco presentéis (o entreguéis)
vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad,
sino presentaos (entregaos) vosotros mismos a Dios como (hechos)
vivos de entre los muertos.
Romanos 6:13.
Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, pero Dios nos dio vida juntamente con Cristo (Efesios 2:1, 5, 13). Al estar vivos, resucitados con él, somos exhortados a poner a disposición del Señor lo que le pertenece: No sois vuestros porque habéis sido comprados por precio (1 Corintios 6:19-20). Romanos 12:1-2 sigue el mismo pensamiento: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Nosotros, conscientes del amor divino que tanto ha hecho por nosotros y del cual nada puede separarnos (8:38-39), somos llamados a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo. No a ofrecernos a Dios para atraer su gracia u obtener méritos, sino porque él nos amó hasta el extremo de dar a su Hijo, quien a su vez nos amó hasta la muerte. Ello forma parte de nuestro culto racional (o servicio inteligente, según otras versiones). Como consecuencia, se trata de no «amoldarnos» a los hábitos del mundo que nos rodea; como dice la Escritura, a no conformarnos a este siglo (Romanos 12:2). Transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, de nuestros pensamientos más íntimos, somos «hechos diferentes» de lo que éramos antes. Entonces podemos discernir y hacer la voluntad de Dios.