Salmos 103:1-5
“Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser Su santo Nombre. 2 Bendice, alma mía, al Señor, Y no olvides ninguno de Sus beneficios. 3 Él es el que perdona todas tus iniquidades, Él que sana todas tus enfermedades; 4 Él que rescata de la fosa tu vida, Él que te corona de bienes y misericordia; 5 El que colma de bienes tus años, Para que tu juventud se renueve como el águila”.
Tu vida está colmada de beneficios, beneficios, beneficios ¡Aleluya! Y el mayor de esos beneficios es conocer a Dios. Cuando tú decidiste aceptar a Cristo Jesús como tu Señor y Salvador, Él coronó tu vida de favores y bendición. Ya tú eres una persona bendecida, habilitada, calificada para prosperar en todas áreas de tu vida. Dios, en Su Palabra, te dejó toda la provisión para atravesar cualquier circunstancia y vivir en victoria. La persona que no tiene a Dios en su vida, frente a los problemas se siente desprotegida, como huérfano; pero tú tienes beneficios, beneficios, beneficios. No sufras, ¿Por qué lo vas a hacer, si Jesús ya pagó el precio para que tú no sufras? Él te proveyó la sanidad, la libertad, la paz, el gozo, la prosperidad, la vida eterna. Usa esos beneficios. No permitas que el diablo te engañe y te coloque en una posición que no es la tuya. Tú naciste para estar arriba – Grítalo: “Yo nací para arriba”. Tú eres un hijo de Dios. Dile a tu alma, a tu mente, a tu cuerpo, a tus finanzas lo que dice la Palabra de Dios. Llama las cosas que no son como si fuesen, como si ya existieran. Usa el método de tu Padre Celestial. Toma autoridad y remueve de tu vida todo aquello que no pertenezca a Dios. Decídete a vivir como una persona saludable, feliz, próspera, victoriosa, una persona de bendición, no por lo que pasa a tu alrededor; sino por el pacto que tienes con Dios. Sé un adorador en todo tiempo y permite que el fruto del Espíritu fluya a través de tu vida. La tierra se va a llenar de la plenitud de Dios si abres las compuertas, porque todo eso está dentro ti. Tú eres el templo del Espíritu Santo. Bendice a Dios ¿Cómo lo haces? Usa todo lo que Dios te dio para arrebatar las almas de las manos del diablo y colocarlas en el Reino de Dios. Comparte los beneficios con aquellos que aún no saben que tienen un destino de victoria. Esta es la mejor forma de bendecir a Dios: con almas.
“Padre celestial has colmado mi vida de beneficios. Viviré feliz, saludable y en victoria y seré tu canal de bendición para otros. Muchos vendrán a Ti por lo que has hecho en mí. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser Su santo Nombre. 2 Bendice, alma mía, al Señor, Y no olvides ninguno de Sus beneficios. 3 Él es el que perdona todas tus iniquidades, Él que sana todas tus enfermedades; 4 Él que rescata de la fosa tu vida, Él que te corona de bienes y misericordia; 5 El que colma de bienes tus años, Para que tu juventud se renueve como el águila”.
Tu vida está colmada de beneficios, beneficios, beneficios ¡Aleluya! Y el mayor de esos beneficios es conocer a Dios. Cuando tú decidiste aceptar a Cristo Jesús como tu Señor y Salvador, Él coronó tu vida de favores y bendición. Ya tú eres una persona bendecida, habilitada, calificada para prosperar en todas áreas de tu vida. Dios, en Su Palabra, te dejó toda la provisión para atravesar cualquier circunstancia y vivir en victoria. La persona que no tiene a Dios en su vida, frente a los problemas se siente desprotegida, como huérfano; pero tú tienes beneficios, beneficios, beneficios. No sufras, ¿Por qué lo vas a hacer, si Jesús ya pagó el precio para que tú no sufras? Él te proveyó la sanidad, la libertad, la paz, el gozo, la prosperidad, la vida eterna. Usa esos beneficios. No permitas que el diablo te engañe y te coloque en una posición que no es la tuya. Tú naciste para estar arriba – Grítalo: “Yo nací para arriba”. Tú eres un hijo de Dios. Dile a tu alma, a tu mente, a tu cuerpo, a tus finanzas lo que dice la Palabra de Dios. Llama las cosas que no son como si fuesen, como si ya existieran. Usa el método de tu Padre Celestial. Toma autoridad y remueve de tu vida todo aquello que no pertenezca a Dios. Decídete a vivir como una persona saludable, feliz, próspera, victoriosa, una persona de bendición, no por lo que pasa a tu alrededor; sino por el pacto que tienes con Dios. Sé un adorador en todo tiempo y permite que el fruto del Espíritu fluya a través de tu vida. La tierra se va a llenar de la plenitud de Dios si abres las compuertas, porque todo eso está dentro ti. Tú eres el templo del Espíritu Santo. Bendice a Dios ¿Cómo lo haces? Usa todo lo que Dios te dio para arrebatar las almas de las manos del diablo y colocarlas en el Reino de Dios. Comparte los beneficios con aquellos que aún no saben que tienen un destino de victoria. Esta es la mejor forma de bendecir a Dios: con almas.
“Padre celestial has colmado mi vida de beneficios. Viviré feliz, saludable y en victoria y seré tu canal de bendición para otros. Muchos vendrán a Ti por lo que has hecho en mí. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.