Juan 8:28,29
“Después les dijo: Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por Mí mismo, sino que digo lo que el Padre Me enseñó. 29 El que Me envió está conmigo y no Me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que Le agrada”.
Estar en la sintonía correcta es la clave para vivir la vida victoriosa como la vivió Jesús. Él dijo: “según me enseñó el Padre, así hablo”. Piensa por un momento en tu propio vocabulario, ¿Qué es lo que dices durante todo el día? ¿Qué es lo que confiesas sobre tu propia vida, sobre tu familia, sobre tus finanzas? Si fuiste totalmente sincero contigo mismo, probablemente te hayas dado cuenta que muchas de esas palabras no son las que te enseñó Dios, muchas de ellas son las que te enseñó el diablo: “No puedo salir de esta situación, esto no tiene solución”, “no oigo la voz de Dios, mis oraciones no llegan ni al techo”, “esta enfermedad es incurable”, “mi economía cada mía de mal en peor”, “este matrimonio no hay quien lo arregle”. Todas estas confesiones no provienen de tu Padre celestial, y si las has estado declarando es porque tu vida está en la frecuencia incorrecta. Lo entendiste, por lo tanto cambia ya de frecuencia. Recuerda que tus palabras tienen el poder de generar lo que estás diciendo porque estás hecho a la imagen de Dios. Proverbios 18:21: “La muerte y la vida están en poder de la lengua; cual sea el uso que de ella hagas, tal serán las consecuencias”. Reflexiona sobre esta poderosa verdad que está en la Palabra de Dios. Hoy estás pagando las consecuencias de todas tus confesiones anteriores. No puedes jugar con tus confesiones, porque de acuerdo a lo que confiesas eso recibirás. Proverbios 6:2 dice: “Estás amarrado por tus propias palabras, atrapado con tus propias palabras”. Jesús dijo: “Según me enseñó el Padre, así hablo”. El Padre te enseñó que todo lo puedes en Cristo que lo fortalece (Filipenses 4:13), que tú oyes la voz del buen pastor (Juan 10:3,4), que el Espíritu de verdad habita en ti (Juan 14:17) y te enseña todas las cosas (Juan 14:26; 1Corintios 2:12), que Su oído está atento para escuchar la oración de sus hijos (Proverbios 15:9), que todo lo que tú pides creyendo, eso recibes (Mateo 21:22), que por Su llaga ya has sido sanado (1Pedro 2:24). Te da cuentas, si estás en la sintonía correcta esto es lo que debes escuchar y hablar. Depende de ti, tú decides a quién escuchar (a Dios, a las circunstancias, al diablo) y tú decide lo que habla, lo que confiesas. La decisión es tuya, ya Dios decidió por ti, ya Cristo pagó por completo en la cruz del Calvario por todas tus bendiciones (Romanos 8:32), si no estás gozando de ella no es por culpa de Dios sino por culpa tuya que has estado en la frecuencia incorrecta. Refrena tu lengua de hablar destrucción, habla bendición. Si perdiste el trabajo o hiciste un negocio incorrecto, no digas que estás arruinado y desesperado, declara que Dios te ha dado el poder para hacer las riquezas y la sabiduría para administrarlas. No te preocupes, no estarás mintiendo, estarás hablando lo que Dios dice y Dios no miente. Pon tu mente, tus palabras y tus acciones en sintonía con la Palabra de Dios. Ante cualquier situación, busca lo que dice Dios de ello y actúa. El Padre estará contigo porque estarás haciendo lo que a Él le agrada.
“Padre celestial perdóname, estuve escuchando y hablando cosas de extraños. Pongo hoy mi oído sólo para escuchar Tu voz y refreno mi lengua de hablar destrucción. Meditaré en Tu Palabra, la declararé y actuaré conforme a Tu voluntad. Gracias por la luz que traes cada día a mi vida. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“Después les dijo: Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por Mí mismo, sino que digo lo que el Padre Me enseñó. 29 El que Me envió está conmigo y no Me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que Le agrada”.
Estar en la sintonía correcta es la clave para vivir la vida victoriosa como la vivió Jesús. Él dijo: “según me enseñó el Padre, así hablo”. Piensa por un momento en tu propio vocabulario, ¿Qué es lo que dices durante todo el día? ¿Qué es lo que confiesas sobre tu propia vida, sobre tu familia, sobre tus finanzas? Si fuiste totalmente sincero contigo mismo, probablemente te hayas dado cuenta que muchas de esas palabras no son las que te enseñó Dios, muchas de ellas son las que te enseñó el diablo: “No puedo salir de esta situación, esto no tiene solución”, “no oigo la voz de Dios, mis oraciones no llegan ni al techo”, “esta enfermedad es incurable”, “mi economía cada mía de mal en peor”, “este matrimonio no hay quien lo arregle”. Todas estas confesiones no provienen de tu Padre celestial, y si las has estado declarando es porque tu vida está en la frecuencia incorrecta. Lo entendiste, por lo tanto cambia ya de frecuencia. Recuerda que tus palabras tienen el poder de generar lo que estás diciendo porque estás hecho a la imagen de Dios. Proverbios 18:21: “La muerte y la vida están en poder de la lengua; cual sea el uso que de ella hagas, tal serán las consecuencias”. Reflexiona sobre esta poderosa verdad que está en la Palabra de Dios. Hoy estás pagando las consecuencias de todas tus confesiones anteriores. No puedes jugar con tus confesiones, porque de acuerdo a lo que confiesas eso recibirás. Proverbios 6:2 dice: “Estás amarrado por tus propias palabras, atrapado con tus propias palabras”. Jesús dijo: “Según me enseñó el Padre, así hablo”. El Padre te enseñó que todo lo puedes en Cristo que lo fortalece (Filipenses 4:13), que tú oyes la voz del buen pastor (Juan 10:3,4), que el Espíritu de verdad habita en ti (Juan 14:17) y te enseña todas las cosas (Juan 14:26; 1Corintios 2:12), que Su oído está atento para escuchar la oración de sus hijos (Proverbios 15:9), que todo lo que tú pides creyendo, eso recibes (Mateo 21:22), que por Su llaga ya has sido sanado (1Pedro 2:24). Te da cuentas, si estás en la sintonía correcta esto es lo que debes escuchar y hablar. Depende de ti, tú decides a quién escuchar (a Dios, a las circunstancias, al diablo) y tú decide lo que habla, lo que confiesas. La decisión es tuya, ya Dios decidió por ti, ya Cristo pagó por completo en la cruz del Calvario por todas tus bendiciones (Romanos 8:32), si no estás gozando de ella no es por culpa de Dios sino por culpa tuya que has estado en la frecuencia incorrecta. Refrena tu lengua de hablar destrucción, habla bendición. Si perdiste el trabajo o hiciste un negocio incorrecto, no digas que estás arruinado y desesperado, declara que Dios te ha dado el poder para hacer las riquezas y la sabiduría para administrarlas. No te preocupes, no estarás mintiendo, estarás hablando lo que Dios dice y Dios no miente. Pon tu mente, tus palabras y tus acciones en sintonía con la Palabra de Dios. Ante cualquier situación, busca lo que dice Dios de ello y actúa. El Padre estará contigo porque estarás haciendo lo que a Él le agrada.
“Padre celestial perdóname, estuve escuchando y hablando cosas de extraños. Pongo hoy mi oído sólo para escuchar Tu voz y refreno mi lengua de hablar destrucción. Meditaré en Tu Palabra, la declararé y actuaré conforme a Tu voluntad. Gracias por la luz que traes cada día a mi vida. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.