2 Timoteo 2:1
“Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús”.
A todos nos gusta recibir regalos en todo tiempo y en cualquier momento. Uno, de esa manera, se siente amado y reconocido por sus amigos, familiares queridos, especialmente si el regalo es el que estábamos deseando. No hay peor cosa que recibir un regalo que no nos guste. ¿Alguna vez te ha pasado eso? Por cierto en casos así, uno debe valorar la intención de aquél que ha hecho el regalo, pero lo ideal es recibir un lindo regalo. Dios mismo nos ha dado un precioso y costoso regalo para que lo valoremos y cuidemos toda la vida. Este regalo supera a cualquiera en calidad y belleza: Es el regalo de la Salvación presente y eterna que recibimos cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Lamentablemente, muchos han aceptado el regalo de la salvación y lo valoran sólo por un tiempo para después dejarlo. Es por eso que el consejo del Espíritu Santo a través del apóstol Pablo es que debemos esforzarnos en la gracia. Esto a simple vista pareciera una contradicción. La salvación es un regalo que viene a nuestras vidas por gracia, no porque seamos dignos. Ahora ¿Por qué debemos entonces esforzarnos? La salvación es un regalo que comienza en el momento de la conversión y prosigue hasta la eternidad. El paquete de la salvación incluye también nuestra santificación aquí en la tierra. Es allí donde debemos esforzarnos para poder vivir en santidad. Si tú te quedas solamente valorando que has ganado el cielo, aquí en la tierra vivirás como un miserable espiritual, porque la Gracia de Dios la recibimos en la tierra para que nos esforcemos en cuidarla como el más grande tesoro que una persona puede conseguir. Si tú valoras la Gracia de Dios, entonces te esforzarás.
“Padre celestial, el regalo de la salvación ha sido lo más grande que he recibido de Ti. Ayúdame a valorarlo y a esforzarme cada día para ser un mejor cristiano. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús”.
A todos nos gusta recibir regalos en todo tiempo y en cualquier momento. Uno, de esa manera, se siente amado y reconocido por sus amigos, familiares queridos, especialmente si el regalo es el que estábamos deseando. No hay peor cosa que recibir un regalo que no nos guste. ¿Alguna vez te ha pasado eso? Por cierto en casos así, uno debe valorar la intención de aquél que ha hecho el regalo, pero lo ideal es recibir un lindo regalo. Dios mismo nos ha dado un precioso y costoso regalo para que lo valoremos y cuidemos toda la vida. Este regalo supera a cualquiera en calidad y belleza: Es el regalo de la Salvación presente y eterna que recibimos cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Lamentablemente, muchos han aceptado el regalo de la salvación y lo valoran sólo por un tiempo para después dejarlo. Es por eso que el consejo del Espíritu Santo a través del apóstol Pablo es que debemos esforzarnos en la gracia. Esto a simple vista pareciera una contradicción. La salvación es un regalo que viene a nuestras vidas por gracia, no porque seamos dignos. Ahora ¿Por qué debemos entonces esforzarnos? La salvación es un regalo que comienza en el momento de la conversión y prosigue hasta la eternidad. El paquete de la salvación incluye también nuestra santificación aquí en la tierra. Es allí donde debemos esforzarnos para poder vivir en santidad. Si tú te quedas solamente valorando que has ganado el cielo, aquí en la tierra vivirás como un miserable espiritual, porque la Gracia de Dios la recibimos en la tierra para que nos esforcemos en cuidarla como el más grande tesoro que una persona puede conseguir. Si tú valoras la Gracia de Dios, entonces te esforzarás.
“Padre celestial, el regalo de la salvación ha sido lo más grande que he recibido de Ti. Ayúdame a valorarlo y a esforzarme cada día para ser un mejor cristiano. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.