de Jericó después de rodearlos siete días.
Hebreos 11: 30
En la historia de Josué y la ciudad de Jericó, tenemos una ilustración de una fe viva y verdadera. Dios ordenó a Josué reunir a todos los hombres de guerra y hacerlos marchar alrededor de Jericó una vez al día durante seis días. Luego, en el séptimo día, debían hacerlo siete veces, después de lo cual los sacerdotes debían hacer sonar sus trompetas y todo el pueblo gritar a todo pulmón. El Señor prometió a Josué que si ellos hacían esto, las murallas de la ciudad se derrumbarían. Has intentado alguna vez ponerte en el lugar de Josué, e imaginado cómo hubieses reaccionado a tal mandato? Cuando el Señor le dio estas instrucciones, supones que Josué respondió: "Señor, eso es algo que se debe hacer. Verdaderamente, me siento un tanto avergonzado de no haber ideado yo mismo tan brillante plan. Todo tiene mucho sentido." Por supuesto que él no dijo nada como lo anterior, simplemente porque la orden de Dios no era 'razonable' en la mente de Josué. Es decir, él no podía calcular científicamente que los resultados predichos seguirían necesariamente tales acciones. Más aún, aunque algunos lo hubiesen considerado un plan de locos tratar de conquistar Jericó, Josué obedeció a Dios de todas maneras, simplemente porque él tenía fe. Sí, él estaba dispuesto a confiar en la Palabra del Señor, a pesar del hecho de que pareciere contrario a su propio entendimiento de las cosas. Eso es lo que Dios espera de nosotros hoydía. Él quiere que creamos en Su Palabra... que aceptemos los contenidos de la Biblia en su totalidad -- pudiendo comprenderlos o no. Hay mucho en las Sagradas Escrituras que no podemos explicar, como por ejemplo: La Trinidad; La muerte de Cristo por nuestros pecados; La resurrección de Jesús; La segunda venida de Jesucristo. Pero aún así, nosotros creemos todas estas cosas con todo nuestro corazón simplemente porque Dios lo dice. Recuerda que sin esta fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).