jueves, octubre 25, 2007

Libertados, liberados

Si el Hijo os libertare,
seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36.
Dios da gratuitamente la libertad a todos los que confían en Jesucristo. Esto es el Evangelio. Ser salvos por Jesús es ser liberados, liberados de todo cuanto nos esclaviza. Romanos 6:14 afirma: El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. Eso no quiere decir que el creyente no volverá a pecar, sino que está libre del poder del pecado. Erais esclavos del pecado… y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia (v. 17-18). ¿Cómo es posible? Romanos 8:2 nos da la respuesta: La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte7:21– no a la ley de Moisés, sino a un principio que obra siempre en el mismo sentido, como la ley de la gravedad). Esta liberación nos es dada por pura gracia y debemos apropiárnosla por la fe. Entonces, ¿cuáles son mis recursos? –No tratar de mejorarme a mí mismo sino aceptar de una vez para siempre lo que la Biblia explica y que confirma mi experiencia, a saber, que mi naturaleza es intrínsecamente mala. Un fruto malo es suficiente para comprobar que el árbol es malo (Romanos 7:18); – Entender que no puedo, por mis propias fuerzas, dominar todos mis impulsos tendientes al mal (Romanos 7:19); (aquí la ley se refiere –como en el capítulo – Aceptar por la fe que únicamente la muerte de Cristo me ha liberado del pecado que mora en mí (Romanos 7:20) y –Vivir con la ayuda del Espíritu Santo para hacer lo que agrada a Dios.

El reloj inútil

Servid al Señor con alegría.
Salmo 100:2.

Marcos… me es útil para el ministerio.
2 Timoteo 4:11.
Un revendedor me vendió por un precio ridículo un magnífico reloj de chimenea que daba un hermoso aspecto a mi sala. Por desdicha, el reloj tenía un grave defecto: indicaba la hora sólo dos veces por día, es decir, no funcionaba. Por más que se le diera cuerda, o lo sacudiera, el balancín permanecía inmóvil. Era magnífico pero inútil. En este mundo hay muchas personas que se parecen a este reloj, pues no cumplen con la función para la cual el Creador las destinó. ¿Para qué nos creó Dios? Para hacer su voluntad. ¿Y cuál es la voluntad de Dios? Que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4). Cierta vez los judíos le preguntaron a Jesús: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado (Juan 6:28-2). Si no hacemos la voluntad de Dios, malogramos la meta de nuestra existencia; y por más hermosa que sea nuestra apariencia, somos como ese reloj: inútiles. Además, somos desobedientes, porque Dios ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan (Hechos 17:3). Arrepentimiento y fe son las llaves que nos harán funcionar para ser útiles a nuestro Creador, el divino relojero. Entonces él nos mostrará lo que espera de nosotros día a día. Tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia (Hebreos 12:2).

Jesús, dador y don al mismo tiempo

Respondió Jesús (a la samaritana) y le dijo:
Si conocieras el don de Dios,
y quién es el que te dice:
Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
Juan 4:10.

El que bebiere del agua que yo le daré,
no tendrá sed jamás.
Juan 4:14.
Notemos que cuando Jesús habla con la mujer samaritana junto al pozo de Sicar, de entrada, el Señor coloca la conversación en un plano más elevado que las necesidades materiales momentáneas. Progresivamente Jesús habló de las necesidades del alma, más importantes que las del cuerpo. ¿Qué le reveló en primer lugar? Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber…. Sí, Dios es un Dios dador. La idea, por desdicha tan difundida, de que él es exigente y nos niega lo que nos parece bueno es errónea. Desvirtúa gravemente nuestro conocimiento de Dios. Conocer el don de Dios es conocer a Jesús, a quien Dios nos dio. Con él descubrimos una nueva libertad para invocarle. La samaritana comprendió que este extranjero era quizá un gran personaje, por eso prosiguió con sus preguntas. El Señor aprovechó esta oportunidad para hacer una declaración que puede ser aplicada en muchas situaciones: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed. El agua del pozo sólo apaga la sed por cierto tiempo. Ella es la imagen de lo que podemos hallar en este mundo para responder a lo que esperamos, sea en el plano físico, afectivo o psíquico. Pero el agua de vida que Jesús da es su gracia y su salvación. ¡Y es gratuita para todo aquel que la quiere!

La Biblia no es simple

La exposición de Tus Palabras alumbra;
Hace entender a los simples.
Salmos 119:130
Un día en que Sabrina, esposa de un pastor evangélico, fue al dentista, en la sala de espera se puso a conversar con Eliana, que era profesora de Astronomía. Cuando Eliana supo que hablaba con la señora de un pastor, le dijo: "Cuando yo era joven asistía a la iglesia con mi familia, incluso durante mis primeros años de casada, pero ahora no voy casi nunca debido a mis múltiples actividades. Como usted sabe la Biblia es bastante simple, ya que lo único que una persona debe hacer es llevarse bien con el prójimo y no meterse en problemas". Como respuesta Sabrina le dijo: "¡Qué interesante!, a mí me pasa lo mismo con la astronomía, la cual para mí se reduce solo a un montón de estrellas." Eliana entendió lo que quiso decir Sabrina y no dijo nada. Aunque los niños pueden comprender las verdades básicas de la Biblia, no quiere decir que se trate de un Libro simple. Cualquiera que se moleste en estudiar las Escrituras las va a encontrar tan infinitas como el cosmos. Podemos volver al mismo Texto incontables veces y aún hallar algo diferente en él. Nadie ha dominado jamás las Escrituras, con la excepción obvia de nuestro Señor Jesucristo, Creador de todas las cosas.La Biblia es una fuente que sacia la sed y el hambre, que transforma vidas, que da dirección, que da vida a los muertos que viven a nuestro alrededor (muertos espirituales), y que nos revela nuestra condición pecaminosa ante un Dios Santo. Aquellas personas que dedican tiempo para aprender las verdades de la Biblia y las practican, jamás serán las mismas.

martes, octubre 16, 2007

Es bueno el dolor

De modo que los que padecen
según la volundad de Dios,
encomienden sus almas al
fiel Creador, y hagan el bien.
1-Pedro 4:19
Mas el Dios de toda gracia,
que nos llamó a Su gloria
eterna en Jesucristo, después
que hayáis padecido un poco
de tiempo, Él mismo os perfeccione,
afirme, fortalezca y establezca.
1-Pedro 5:10
Cuando Alexander Whyte, un predicador escocés, era muchacho, tuvo un accidente en una máquina trilladora y se lastimó uno de sus brazos. Él no quiso ir a un hospital, porque sabía que de seguro le amputarían el brazo, así que prefirió que una vecina lo atendiera en la casa. Cada vez que el joven se quejaba por el sufrimiento, ella simplemente le decía: "Es bueno el dolor. Es bueno el dolor." Ella sabía que era el primer paso hacia la recuperación. Años después, un día cuando Alexander predicaba notó que la gente se quejaba porque sus palabras herían sus consciencias en lo más profundo, entonces él les dijo: "Es bueno el dolor. Es bueno el dolor." Whyte sabía que la convicción de pecado era necesaria para su curación espiritual. El dolor puede ser una disciplina del Señor por desobediencia a Su Palabra. Pero a veces, cuando sufrimos algún dolor, interpretamos equivocadamente el propósito de Dios en ello. Mientras examinamos nuestras vidas en actitud de oración para detectar la desobediencia debemos considerar otra posible razón para nuestra aflicción. El dolor podría ser una limpieza de parte de Dios de nuestras ya fructíferas vidas para hacernos más productivos espiritualmente. El Señor desea que llevemos "mucho fruto" de manera que lo glorifiquemos. Si estás pasando por una época difícil, el propósito de Dios puede ser hacerte más fructífero espiritualmente.

Un Solo Cuerpo

Siendo uno solo el pan,
nosotros,
con ser muchos,
somos un cuerpo.
1 Corintios 10:17.
Cada primer día de la semana los redimidos pueden congregarse para hablar del amor de Dios y manifestar, al estar juntos alrededor de la mesa del Señor, la verdad de que son un cuerpo. El día de Pentecostés, mencionado en los Hechos de los Apóstoles 2:1-4, Dios llamó a la existencia a este cuerpo al derramar el Espíritu Santo sobre los creyentes; así produjo una maravillosa unidad entre ellos y su Señor. Cristo es la cabeza de este cuerpo, y nosotros, los redimidos, somos sus miembros. Nada ni nadie podrá quebrantar esa unidad. Todos sabemos que hoy en día la unidad de los hijos de Dios ya no es humanamente visible, esto por la dispersión tanto geográfica como eclesiástica de los creyentes. Pero cuando estamos reunidos alrededor de la mesa del Señor y vemos este solo pan ante nosotros, por algunos momentos podemos, a pesar de las tristes diferencias y divisiones entre los creyentes, pensar en los inalterables designios divinos y regocijarnos por ellos. El Espíritu de Dios llama a este plan el misterio de Cristo, un misterio que no conocieron los creyentes del Antiguo Testamento (Efesios 3:4 y 9), pero que a nosotros nos fue revelado. En él se incluyen todos los redimidos de la era de la gracia y juntos forman la Iglesia del Dios viviente. Es un privilegio dar un visible testimonio de la unidad del cuerpo congregándose de la manera en que la Escritura nos enseña en las epístolas del apóstol Pablo. Que el Señor nos ayude a perseverar en la manifestación de esta verdad hasta que él venga1 Corintios 11:26). (

lunes, octubre 01, 2007

¿Le gusta el agua salada?

Me dejaron a mí, fuente de agua viva.
Jeremías 2:13.

Si conocieras el don de Dios,
y quién es el que te dice: Dame de beber;
tú le pedirías, y él te daría agua viva.
Juan 4:10.

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
Juan 7:37.
En cierta época, el agua corriente de la ciudad de Oran (Argelia) contenía bastante sal. Por eso algunos vendedores ambulantes vendían en recipientes agua dulce; pero finalmente la gente se acostumbró al agua salada. ¡Incluso la usaban para hacer el café! Esto ocurrió hasta el 27 de julio de 1952. A partir de ese día la ciudad fue alimentada con agua dulce. Para festejar el acontecimiento, muchos se reunieron para beber su café con agua dulce. Sin embargo, ¿sabe lo que sucedió después? Algunos ciudadanos, por costumbre, siguieron haciendo su café con agua salada. El agua dulce les parecía… ¡demasiado dulce, y no podían acostumbrarse a ella! Hagamos una pequeña aplicación espiritual de ese hecho. El agua salada nos trae a la memoria el gusto salobre de todo lo que el mundo ofrece y a lo que el hombre se acostumbra. El agua dulce nos hace pensar en aquella que salta para vida eterna, la que Jesucristo nos ofrece. Por eso, si descubrimos que él da la respuesta a nuestras preguntas, que nos colma con su gozo, paz, consuelo, fuerza, y responde a nuestras necesidades más profundas, ¿volveríamos a las fuentes que no apagan la sed? ¡Sería realmente insensato! ¡Saquemos de la Biblia el agua viva! Leyéndola, jamás volveremos a tener sed (Juan 4:14).