Proverbios 18:21
“La vida y la muerte dependen de la lengua; los que hablan mucho sufrirán las consecuencias”.
Las discordias, los problemas, los chismes, las murmuraciones, las criticas, las enemistades, las peleas, los gritos, los insultos, las divisiones, las rebeldías tienen su origen generalmente en una lengua descontrolada. Las palabras dichas fuera de lugar son más peligrosas que un puñal. Nuestras palabras están cargadas de dinamita espiritual: Pueden bendecir o maldecir, según lo que digamos. El proverbista declara que la muerte o maldición y la vida o bendición dependen de la lengua. A veces somos muy descuidados con lo que decimos y luego tenemos que pagar serias consecuencias. Como cristianos tenemos el freno del Espíritu Santo para impedir que digamos cosas fuera de lugar. Últimamente tú has tenido fuertes discusiones en tu trabajo, familia, y aún con los amigos en tu Iglesia. Pareciera como que tu lengua estuviera descontrolada. Es tiempo de hacer un alto y reflexionar acerca de tu vocabulario y pregúntate: ¿No será que las presiones y los problemas de la vida me impulsan a decir palabras hirientes poco edificantes y fuera de lugar? ¿He perdido el freno, para no decir lo que no conviene y decir algo que sea amigable y de edificación? No importa cual haya sido la causa de tener una lengua desenfrenada. Hoy puedes volver al Señor para que te perdone, te limpie, y renueve tu manera de hablar a fin de volver a ser canales de bendición. ¡Este es el tiempo!
“Padre celestial, ayúdame en este día. Te entrego mi lengua para que renueves mi manera de expresarme. Quita de mí toda expresión violenta, deshonesta y agresiva. Produce por Tu Santo Espíritu un nuevo vocabulario. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“La vida y la muerte dependen de la lengua; los que hablan mucho sufrirán las consecuencias”.
Las discordias, los problemas, los chismes, las murmuraciones, las criticas, las enemistades, las peleas, los gritos, los insultos, las divisiones, las rebeldías tienen su origen generalmente en una lengua descontrolada. Las palabras dichas fuera de lugar son más peligrosas que un puñal. Nuestras palabras están cargadas de dinamita espiritual: Pueden bendecir o maldecir, según lo que digamos. El proverbista declara que la muerte o maldición y la vida o bendición dependen de la lengua. A veces somos muy descuidados con lo que decimos y luego tenemos que pagar serias consecuencias. Como cristianos tenemos el freno del Espíritu Santo para impedir que digamos cosas fuera de lugar. Últimamente tú has tenido fuertes discusiones en tu trabajo, familia, y aún con los amigos en tu Iglesia. Pareciera como que tu lengua estuviera descontrolada. Es tiempo de hacer un alto y reflexionar acerca de tu vocabulario y pregúntate: ¿No será que las presiones y los problemas de la vida me impulsan a decir palabras hirientes poco edificantes y fuera de lugar? ¿He perdido el freno, para no decir lo que no conviene y decir algo que sea amigable y de edificación? No importa cual haya sido la causa de tener una lengua desenfrenada. Hoy puedes volver al Señor para que te perdone, te limpie, y renueve tu manera de hablar a fin de volver a ser canales de bendición. ¡Este es el tiempo!
“Padre celestial, ayúdame en este día. Te entrego mi lengua para que renueves mi manera de expresarme. Quita de mí toda expresión violenta, deshonesta y agresiva. Produce por Tu Santo Espíritu un nuevo vocabulario. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.