Gálatas 5:16
“Por lo tanto, digo: anden por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa”.
Hay algunos que declaran: “esto no lo puedo cambiar”, “Cambio un tiempo y después caigo en los mismo”. Y muchos dicen fue el diablo el que obligó hacerlo. Entiende esto si el diablo se evaporara y se desintegrara y desapareciera, tú seguirías pecando. Algo que tienes que tener claro esos problemas son por causa de tu carne, de tu naturaleza pecaminosa. El problema aquí no es el diablo, el problema es la carne. Dios nunca planeó que vencieras y conquistaras al diablo, porque Él ya lo venció. Lo que Él sí planeó para ti, es que conquistes y venzas tu carne. ¿Qué es la carne? La carne no es la piel ni los huesos, la carne es la vieja naturaleza, aquella que heredamos de Adán, es esa predisposición a pecar. Y que llaman el pecado original y lo llevamos en nosotros como herencia de Adán. Y esa vieja naturaleza es tan atrevida que se rebela contra Dios. Romanos 8:7,8 dice: “La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. La carne es la forma de pensamiento del mundo y de satanás. Es lo que el diablo utiliza para tener acceso a tu vida: Pensamientos, ideas. Estos son los que deben ser cambiados para que tus actitudes cambien. Por eso el apóstol Pablo dice en Romanos 12:2: “Y no se adapten (no se conformen) a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y perfecto”. ¿Cómo viene un cambio duradero y permanente en la vida de una persona? Viene cuando cambia su forma de pensar por la de Dios. Nunca un cambio se comienza de afuera hacia adentro; sino de adentro hacia afuera. Debes cambiar el pensamiento que sustenta la actitud equivocada por el pensamiento que sustenta la actitud correcta. Sin ello no habrá cambios permanentes. Sólo el que olvida sus propios pensamientos y establece los de Dios es el que los afirma y desarrolla el carácter de Cristo para caminar en la voluntad del Padre. En otras palabras, si Dios piensa así, yo también voy a pensar igual. Jesús dice en Mateo 26:41: “Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Y este es el versículo que la gente fracasada ha tomado como favorito, y dicen: “Pastor, es que la carne es débil…”. Es verdad, que la carne es débil; pero es tu decisión alimentar su deseo o no. Recuerda que el poder está en ti para sujetarla, y lo podrás hacer si mantienes los pensamientos de Dios. Si decides seguir echándole la culpa al diablo, nunca hará un cambio de pensamiento. Jesús en el Getsemaní decidió pensar y hacer la voluntad de Dios. Él decidió. Su deseo o el de Dios. Si Él lo hizo también tu puede hacerlo. Vamos, no des más excusas y haz lo que tienes que hacer, no importa lo que estés afrontando, tú tienes el poder de tomar control de tus emociones.
Padre celestial, me enfocaré en controlar mis deseos y poner Tus pensamientos como pilares de mi vida. Meditaré en ellos para que mi mente esté en continua paz con Tu Palabra. Lo decreto en el Nombre Poderoso de Jesús, amén”.
“Por lo tanto, digo: anden por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa”.
Hay algunos que declaran: “esto no lo puedo cambiar”, “Cambio un tiempo y después caigo en los mismo”. Y muchos dicen fue el diablo el que obligó hacerlo. Entiende esto si el diablo se evaporara y se desintegrara y desapareciera, tú seguirías pecando. Algo que tienes que tener claro esos problemas son por causa de tu carne, de tu naturaleza pecaminosa. El problema aquí no es el diablo, el problema es la carne. Dios nunca planeó que vencieras y conquistaras al diablo, porque Él ya lo venció. Lo que Él sí planeó para ti, es que conquistes y venzas tu carne. ¿Qué es la carne? La carne no es la piel ni los huesos, la carne es la vieja naturaleza, aquella que heredamos de Adán, es esa predisposición a pecar. Y que llaman el pecado original y lo llevamos en nosotros como herencia de Adán. Y esa vieja naturaleza es tan atrevida que se rebela contra Dios. Romanos 8:7,8 dice: “La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. La carne es la forma de pensamiento del mundo y de satanás. Es lo que el diablo utiliza para tener acceso a tu vida: Pensamientos, ideas. Estos son los que deben ser cambiados para que tus actitudes cambien. Por eso el apóstol Pablo dice en Romanos 12:2: “Y no se adapten (no se conformen) a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y perfecto”. ¿Cómo viene un cambio duradero y permanente en la vida de una persona? Viene cuando cambia su forma de pensar por la de Dios. Nunca un cambio se comienza de afuera hacia adentro; sino de adentro hacia afuera. Debes cambiar el pensamiento que sustenta la actitud equivocada por el pensamiento que sustenta la actitud correcta. Sin ello no habrá cambios permanentes. Sólo el que olvida sus propios pensamientos y establece los de Dios es el que los afirma y desarrolla el carácter de Cristo para caminar en la voluntad del Padre. En otras palabras, si Dios piensa así, yo también voy a pensar igual. Jesús dice en Mateo 26:41: “Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Y este es el versículo que la gente fracasada ha tomado como favorito, y dicen: “Pastor, es que la carne es débil…”. Es verdad, que la carne es débil; pero es tu decisión alimentar su deseo o no. Recuerda que el poder está en ti para sujetarla, y lo podrás hacer si mantienes los pensamientos de Dios. Si decides seguir echándole la culpa al diablo, nunca hará un cambio de pensamiento. Jesús en el Getsemaní decidió pensar y hacer la voluntad de Dios. Él decidió. Su deseo o el de Dios. Si Él lo hizo también tu puede hacerlo. Vamos, no des más excusas y haz lo que tienes que hacer, no importa lo que estés afrontando, tú tienes el poder de tomar control de tus emociones.
Padre celestial, me enfocaré en controlar mis deseos y poner Tus pensamientos como pilares de mi vida. Meditaré en ellos para que mi mente esté en continua paz con Tu Palabra. Lo decreto en el Nombre Poderoso de Jesús, amén”.